La palabra de los políticos no goza de muy buena reputación pero sería deseable que una afirmación, al menos sobreviviera a la propia sesión parlamentaria en la que fue pronunciada. En el caso de Montoro, a menudo no es así. Hoy mismo, después de garantizar que no habrá filtraciones ha asegurado que los medios que le critican son los que tienen deudas con Hacienda y problemas fiscales.
Una vaga acusación, que se suma a otras anteriores contra actores, deportistas, actores, periodistas, tertulianos e incluso diputados. Eso sí, se niega a responder en la Cámara a por qué han cesado a una inspectora y luego ha dimitido su jefe jerárquico, tras haber impuesto el pago de 450 millones a una cementera que manifestó perder dinero incluso en los años del loco ladrillo español. Es verdad que el descrédito de la Agencia Tributaria es letal. Pero ¿Quién lo propicia?