1 de noviembre, fiesta en toda España, Día de Todos los Santos. Un día que tradicionalmente muchos españoles aprovechan o aprovechaban, para visitar los cementerios, para limpiar lápidas de sus familiares, para depositar flores frescas, nuevas... en fin, para honrar a los muertos que permanecen vivos en nuestra memoria.
Usamos el tiempo pretérito porque es que parece una tradición menguante. Poco a poco nuestra relación con la muerte se está volviendo todavía más distante, más aséptica. En la conversación pública, fíjense que es un tema entre incómodo y tabú, basta que alguien enfermo mencione su muerte para que todo el entorno reproche el comentario y disuada de hablar de semejante cosa. '¡Quita quita, qué estás diciendo!', bueno, como si no citar a la muerte fuera una forma de ahuyentarla.
Hay personas que no quieren saber nada al respecto pese a que conocemos el spoiler de cómo acaba todo, siempre y sin excepción.