La verdad sobre el origen de los churros
Esta semana hablamos con Ana Vega, la Biscayenne en Twitter, de uno de los elementos dulces más importantes de la gastronomía española: los churros
En España no hay quien se resista al placer de comerse un churro o una porra, pero, ¿sabemos exactamente cuál es el origen de esta elaboración tradicional española hecha con harina de trigo, sal y agua? Nuestra experta en gastronomía, Ana Vega, nos trae las peculiaridades más desconocidas de este clásico de la gastronomía española.
11 de noviembre, Día Mundial del Churro
A pesar de que el día mundial del churro es el 11 de noviembre, en España a penas se conoce, lo que puede deberse a que, según Vega, "no está claro por qué se escogió este día para conmemorarlos". Sin embargo, existen otros países del mundo, como EE.UU., México, Manila o Pekín, donde sí que se conmemora esta jornada dedicada a los churros.
Un origen confuso
Según nos cuenta Ana Vega "el origen de los churros tiene muchas teorías, algunas contradictorias" como las que podemos encontrar en Wikipedia, "de la que no debemos fiarnos, ya que cualquier persona puede publicar datos que no sean correctos".
Una de las dos versiones más sonadas nos lleva a China, donde la existencia de unos bollos alargados parecidos a las porras sitúan su origen allí y no en España, "a donde llegaron gracias a los portugueses". La otro teoría apunta a los pastores, que al no tener horno ni elementos que facilitaran la elaboración de otros alimentos, freían lo que denominaron como churros debido al nombre y la forma redondeada de los cuernos de sus ovejas.
Lo que sí podemos afirmar es que el origen más clásico y local lo encontramos en Madrid, a mediados del siglo XIX, aunque, según se fue extendiendo por la geografía española, adoptó unas características distintas, como la forma, la elaboración o incluso hasta el propio nombre, que en ocasiones asocia el de las porras.
Lo peculiar de su forma
Ana Vega nos cuenta también que la palabra churro fue introducida en la RAE en1884, definiéndola como un "frito alargado con forma de cohombro", que, según Vega, "es un tipo de pepino con una peculiar forma de herradura".
En múltiples lugares de España también se les designa como "tejeringos", debido a que, para elaborarlos ya desde el siglo XV, se utilizaba una jeringuilla que después denominamos churrera, la cual se utilizó para designarle su nombre. Ana Vega nos explica que esta receta tradicional los presenta como "churros finos, estriados y crujientes, que, a diferencia de las porras, están fermentados, por lo que no tienen miga".