Jaime: Mi caso es que tengo una pequeña bodega de elaboración de vinos en un restaurante. En invierno, nunca hay una botella de vino, porque siempre me la dejo en el bar. Y siempre me toca bajar a casa de mi suegra a por una botella que se ríe de mí.
Herminia: Mi marido, es un manita, de verdad, lo mismo te cambia la ventana, que te alicata la cocina. Llevamos tres meses en el cuarto de mi hijo que tiene el armario roto, no cambiamos el enchufe, el martillo debajo de la cama, la ropa en el cuarto de la niña, encima de una silla. Cuando llega a casa dice que está muy cansando, que ya lo hará otro día.
Ignacio: Soy enfermero, y en casa no tengo ni una tirita. Cada vez que a mi hijo le pasa algo hay que ir a casa de la abuela ha que le curen. Pero lo peor es que cuando a mí me sacan sangre, monto un numerito, y claro, luego todo el mundo se cachondea de mí.
Francisco: Soy mecánico, y mi coche es el que peor está, el que peor anda. Incluso tenemos asistencia en grúa en carretera, y alguna vez es la grúa la que se nos queda tirada. Somos un desastre.