Viaje a México a ritmo de Mariachi
El próximo día 23 de noviembre, este jueves, se cumplen 50 años de la muerte de José Alfredo Jiménez, el gran compositor y cantante mexicano. Sus canciones forman parte, con toda seguridad, de la banda sonora de cualquier viaje a México, así que es una buena excusa para ir en busca de los lugares que marcaron su vida.
México | 19.11.2023 14:12
Un destino en el que continuamente descubres mil lugares nuevos que nos tienta conocer y aparte de los destinos más conocidos, está bien buscar otros menos visitados que aportan a nuestra experiencia viajera una visión más completa del país.
México, un país inagotable
Ir tras las huellas de José Alfredo, que en México nadie necesita ponerle apellido, tal vez nos haga desviarnos un poco de las rutas directas pero así ampliamos nuestra visión de esta tierra. Si las canciones de José Alfredo nos ayudan a entender México y a los mexicanos, los lugares relacionados con su figura, también. Sus canciones siguen siendo una verdadera institución nacional y emocional ya que adquieren continuamente nuevos significados en el alma popular. Podemos hacer un recorrido tras sus pasos y comprobar que aunque ahora se celebra su 50 aniversario luctuoso, como dicen allá, todo lo que tenga que ver con este personaje sigue vivo y los lugares se convierten en verdaderos destinos de peregrinaje.
Su pueblo adorado es Dolores Hidalgo, donde nació
Es una pequeña ciudad del Estado de Guanajuato, muy interesante para conocer la historia mexicana y perfecta para sumergirse en el ambiente local. Su nombre completo es Dolores Hidalgo, Cuna de la Independencia Nacional, así que además de seguir los pasos de José Alfredo hay mucho que ver y conocer. Hay que recordar que el llamado “Grito de Dolores” es considerado el acto que dio origen a la guerra de independencia de México. Tuvo lugar en la madrugada del 16 de septiembre de 1810 y por eso esta fecha se celebra cada año como el Día de la Independencia y es la principal fiesta cívica del calendario mexicano. Tenemos que dirigirnos a la Plaza Principal, un espacio amplio rodeado de edificios interesantes y siempre con buen ambiente. La parte central es un jardín que atrae a los vecinos a lo largo del día y está presidido por una estatua de Miguel Hidalgo.
De uno de los árboles del jardín se afirma que es un retoño del llamado Árbol de la Noche Triste, bajo el que Hernán Cortés lloró cuando sus hombres fueron expulsados de Tenochtitlán en 1520. En la plaza destaca la parroquia de Nuestra Señora de Dolores que también es conocida como la iglesia del Grito, con unas torres excepcionalmente altas que dominan toda la población. La campana que hizo sonar el cura Hidalgo para llamar a la rebelión se encuentra en la actualidad en el Palacio Nacional de Ciudad de México por lo que la que suena ahora en el campanario es una réplica. En el interior hay varias muestras de arte barroco religioso.
José Alfredo nos lleva a descubrir la historia de México
Junto a la iglesia se encuentra el Museo Bicentenario 1810-2010, pero para informarse sobre todo el proceso de la independencia es mejor dirigirse al Museo de la Independencia Nacional. Aquí se ve claramente que ésta no fue sólo el resultado de las conspiraciones criollas sino también de muchas rebeliones indígenas anteriores. En la plaza también se encuentra la Casa de Visitas, una mansión de estilo plateresco con una fachada muy elaborada. En 1810 era la vivienda de las autoridades españolas y ahora acoge al presidente de la república cuando visita Dolores Hidalgo para celebrar la fiesta nacional. Esta visita suele hacerse durante el quinto año de su ejercicio presidencial, que dura seis años. Otro lugar importante para la historia es el Museo Casa Hidalgo, donde vivía el protagonista principal del Grito en los años previos. Hay que recordar que su apellido forma parte actualmente del nombre de la ciudad.
Dolores Hidalgo nos permite sumergirnos en el ambiente local de una pequeña ciudad provinciana mexicana.
Pasear por las calles, curiosear en los comercios, sentarse en la plaza y ver el trajín diario de los vendedores de globos y los limpiabotas, comer unos tacos en un restaurante de la zona, ver los tenderetes que venden máscaras de lucha libre mexicana, todo forma un conjunto de sensaciones que nos permiten conocer y disfrutar de nuestro viaje. Pero en cualquier lugar siempre hay detalles únicos o menos frecuentes pero que sí definen el ambiente de este país. En Dolores Hidalgo podemos recomendar dos. Uno es comer un guacamayo, que es un bocadillo de chicharrón. Y luego un helado en la plaza en algunos de los puestos con más variedad que encontraremos en todo el viaje. Es la ocasión de probar sabores de frutas como el zapote o la guanábana además de elote, mole o incluso tequila. También abundan los de cactáceas, como la borrachita, el garambullo y la tuna.
Lo primero es visitar la Casa-Museo José Alfredo Jiménez en donde se revisa su vida y su obra en su casa natal, que está a muy poca distancia de la plaza. Aquí hay material de todo tipo, fotos, objetos personales, un cancionero interactivo. También hay una tienda con recuerdos y maravillas para los apetecidos del compositor. Si hemos ido a la casa natal también nos toca ir al panteón municipal, donde su tumba recibe centenares de visitantes cada día y no es raro que haya algún mariachi interpretando alguna de las 119 canciones cuyo título aparece escrito en el monumento funerario, que tiene forma de sombrero charro y de sarape multicolor.
Hay tres cantinas de peregrinación: El Incendio, El Faro y La Hiedra
Pero no queremos acabar aquí así que podemos iniciar un recorrido por las cantinas, para conocer las que frecuentaba cuando volvía por aquí. Del 22 al 26 de noviembre, como todos los años, se celebra el Festival Internacional José Alfredo Jiménez, con más de 50 actos, que incluyen presentaciones, cortometrajes y mucha música para recordarlo.
Llega el momento del último trago
Y podemos tomarlo en la Ciudad de México. Una búsqueda de profesional debería llevarnos a la cantina Salón París en Santa María La Ribera, en Cuauhtémoc, donde José Alfredo inició su carrera. El local está lleno de fotos, de recuerdos y homenajes, y donde se va a comer, beber y escuchar música. Aquí hizo sus primeras actuaciones y aquí sentimos que sus canciones son un complemento emocional a la experiencia de la cantina, y muchas nacieron mientras él tomaba y cantaba aquí. Se dice que cuando tenía una idea, cuando oía una historia o veía una situación interesante, tomaba notas en una servilleta y luego trabajaba sobre ello en su casa. No está en el centro pero tampoco está muy lejos y en realidad es otro lugar de peregrinaje.
En Ciudad de México hay que ir sin duda a la plaza Garibaldi. Es un lugar excepcional, lleno de cantinas y donde siempre hay varios mariachis esperando clientes. Tú llegas a la plaza, hablas con los mariachis y pides que te canten una canción, o varias, se acuerda el precio y ya está. Este servicio lo piden las familias para que le canten a la abuela, el novio para la novia, y la plaza adquiere una atmósfera maravillosa. Uno de los laterales está ocupado por el Museo del Tequila y el Mezcal, y allí seguimos profundizando en la identidad y la cultura tradicional mexicana. José Alfredo aparece en un mural gigante.
En la plaza Garibaldi no faltan los lugares. Pero si buscamos lo más clásico, lo mejor es hacer caso a José Alfredo e ir al Tenampa. Es uno de esos bares clásicos mexicanos, con un salón inmenso, decenas de mesas y camareros, buena comida y bebida y la mejor música. Este es el que aparece en las películas de Jorge Negrete y Pedro Infante. Y donde José Alfredo corrió su última juerga, con Chavela Vargas, durante tres días seguidos. Por supuesto no es necesario mantener ese nivel para disfrutar de uno de los aspectos más emocionantes y divertidos de la cultura mexicana.