Viaje a la Araucanía para conocer a los indios Mapuche
Viajamos 12.000 kilómetros hasta Santiago de Chile, la Capital de Chile, desde donde recorremos otros 800 kilómetros más hasta llegar a la región de la Araucanía por la Ruta Mapuche, el último bastión indígena de Chile, para descubrir una tierra de increíbles volcanes, lagos y enormes valles, en una gran experiencia en el fin del mundo.
Chile | 13.08.2023 06:04
Chile está ubicado en el extremo sur de América del Sur. Limita con Perú, con Bolivia, con Argentina al este y al oeste con la inmensidad del océano Pacifico Sur. Por el este tiene casi 8000 kilómetros de frontera y por el oeste el todo el océano. Todo esto en el continente, porque también existe una Chile insular, con islas de origen volcánico en el océano Pacífico Sur: el archipiélago Juan Fernández y las islas Desventuradas, la isla Salas y Gómez y la isla de Pascua, ubicadas en Oceanía.
También posee el Territorio Chileno Antártico, una zona del continente antártico y encima, gracias a su geografía y la cordillera de Los Andes, Chile tiene algunas de las montañas más altas del mundo. Y dentro de este epicentro de naturaleza, hemos ido a la región de la Araucanía, en los confines del planeta. Una gran diversidad y una hermosa naturaleza en uno de los países por descubrir.
La experiencia del vuelo de algo más de 14 horas ha sido muy fácil, porque la compañía LEVEL tiene vuelos directos a Santiago de Chile y además con un rango de precios muy variado. Desde su página web puedes desde solo contratar el trayecto, con lo que sale bastante bien de precio, hasta todo lo que te pueda apetecer. Desde Santiago hasta Freire, donde está el aeropuerto de Araucanía Mapuñi Mupulgue podemos volar con LATAM. Así que, tras un viaje largo que también se convierte en una experiencia, llegas a la región de la Araucanía, una de las 16 de las que está compuesta Chile, una de las más desconocidas y muy cercana a la Región de Magallanes y de la Antártica Chilena.
Los indios mapuche son los grandes desconocidos de nuestra Historia
Un pueblo muy combativo y una parte muy interesante de nuestra historia de grandes viajeros. En 1520, Fernando de Magallanes fue el primer explorador europeo en reconocer el actual territorio chileno. Veinte años después Pedro de Valdivia intentó conquistar las tierras del sur atravesando el desierto de Atacama y creando varios asentamientos, el principal, Santiago de Nueva Extremadura. Y luego quiso seguir más al sur donde murió a manos de Lautaro, un mapuche que había sido como un ahijado suyo, por lo que conocía perfectamente la manera de actuar de Valdivia. Y así comenzó la Guerra de Arauco, combate que Alonso de Ercilla relató en La Araucana y que se extendió a lo largo de tres siglos. Y por eso hoy siguen conservando su naturaleza, su gastronomía y sus costumbres. Pero sobre todo su naturaleza, que es el eje de su filosofía de vida como nos contaba Isabel Rupayán Antil, que Rupayán significa “roble noble” y Antil significa “aguas cristalinas” y es que la filosofía mapuche se centra en la creencia en el cosmos.
Así que la ancestral creencia de los mapuche sobre el respeto a la naturaleza y la observación del cielo, porque es la base de sus cosechas, es el eje de su vida. La Araucanía es una de las regiones más diversas del país y con unos contrastes muy dispares. Desde Freire, donde hay un pequeño aeropuerto, hasta Pucón, que con unos 10 000 habitantes y casi a los pies del volcán Villarrica, es la ciudad del deporte de aventura, hay un viaje maravilloso. Y desde Pucón, por carretera, se llega a Curarrehue donde entre bosques de ancestrales araucarias y cristalinos riachuelos, arranca nuestra aventura por la ancestral Ruta Mapuche, que atraviesa los paisajes más icónicos y donde el 100% de su superficie es parte de la Reserva de Biosfera Araucarias, nombrada por la UNESCO en 2010.
En Curarrehue yo recomiendo contactar con uno de los guías locales, que es la mejor forma de conocer su cultura, su gastronomía, su forma de vida, sus creencias y hasta los juegos ancestrales como el Palín, un juego ceremonial mapuche, donde se le agradece al rival por propiciar que uno saque lo mejor de sí durante el partido. Y tras esta toma de contacto hay que ir a recorrer el desconocido es el Parque Nacional Villarrica que forma parte de la Reserva de la Biósfera de Bosques Templados de los Andes Australes.
Es un extenso bosque de araucarias protegidas y donde habita mucha fauna entre la que se encuentra el puma. En el Parque Nacional de Villarrica está el paso fronterizo Malui Malal que une Chile y Argentina y al que se llega por un camino de montaña a través de los Andes. Es como traspasar una línea imaginaria en la Ruta 199. Y por este paso se ve muy bien el Volcán Lanín que tiene casi 4000 metros de altura y al que se puede ascender. El Parque Nacional de Conguillio, es como encontrar los orígenes de la creación de la tierra. Se puede recorrer algunas de sus rutas como la del Mirador Los Cráteres; el Sendero de Chile; los Nevados, la ruta Pichillancahue, la del volcán Quinquilil o la ruta de los Lagos Andinos y también hay que detenerse en la Laguna Quillelhue, que es impresionante y que antiguamente en verano se cruzaba en barcaza para llegar a Argentina, porque ahora en el invierno chileno se congela por completo.
El Volcán Lanín está activo y forma parte del cinturón de fuego del Pacifico
En la zona de Melipeuco, está otra de las zonas volcánicas más importantes en el Parque Nacional Conguillío. Estas son las tierras aborígenes del Pillán, una de las deidades mapuche que encarna el trueno y el fuego y es fascinante. Tiene 61 000 hectáreas llenas de lagos, lagunas, araucarias, de vegetación nativa y por supuesto del impresionante volcán Llaima con su perenne fumarola. La BBC denominó a este parque nacional como uno de los últimos refugios del mundo en preservar el paisaje donde vivieron los dinosaurios. Por eso aquí se grabó el documental Caminando con los Dinosaurios. El Parque tiene tres entradas y ahora en agosto, recomiendo informarse de cómo están los accesos, porque ahora alguno puede estar cerrado por nieve, o hay que entrar con cadenas y tracción a las 4 ruedas.
Convivir un par de días con una familia india mapuche es como regresar a los orígenes de la tierra, como estar metidos entre ancestrales araucarias y cristalinos riachuelos,y entre valles imposibles de explicar. Es volver al mundo rural donde absolutamente todo es natural. Están llenos de tradiciones, de relatos y de gastronomía. Con un mary mary wenul, que es el saludo mapuche, me recibió en su casa de madera Benita Panquilef, a la que no le calculo la edad, pero a pesar de ser muy mayor, tiene una vitalidad arrolladora. Benita cocina como lo hacían sus ancestros, con los mismos productos, las mismas recetas y el mismo fuego.
Uno de los últimos bastiones indígenas del mundo
Hay que probar su delicioso puré de piñones con carne a la olla, su carne al horno de cerdo ahumado, sus exquisitas ensaladas, y postres de frutos locales y todo con productos e ingredientes orgánicos. En su casa Ruka Trankurra también hace mermeladas y conservas y desde luego. Por el terreno de Ruka Trankurra campan los patos, las gallinas, los caballos, las vacas, los cerdos, los cóndores, vamos, es como un zoo, pero en tu casa. Cenar con ella es una delicia de olores y sabores y lo mismo en el desayuno. Dormir en su cabaña es una de las experiencias más singulares que he vivido, con un anochecer fantástico y un amanecer indescriptible. Porque el Valle de Trancura donde vive Benita que es madre de 6 hijos, tiene una maravillosa vista del Volcán Lanin y del Volcán Quinquilil, al que llaman el “Colmillo del diablo"
Es un paisaje fascinante, donde puedes hacer rafting en el río sagrado Truful Truful sobre saltos, cascadas y rápidos; puedes tomar baños termales en pozas totalmente naturales; navegar por el lago Villarrica; bañarte en sus playas sobre el lago, esquiar y hacer snowboard, hacer trekking, mountain bike, montar a caballo, o ascender volcanes.