Viajar a grandes Parques Nacionales del mundo
Planificar con antelación las vacaciones siempre es recomendable. Pero, especialmente, si se quiere disfrutar de una auténtica inmersión en algunos grandes Parques Nacionales que cuentan con una mínima red de alojamientos privilegiados en su interior. Es el caso del Parque Nacional Kruger, en Sudáfrica, de Yellowstone, en Estados Unidos y de Península Valdés, en Argentina. Les ofrecemos algunas recomendaciones.
Madrid |
El Parque Nacional Kruger, en Sudáfrica, es uno de los mayores y más bellos parques de África. Una manera muy especial de disfrutar de este parque es alojarse en los campamentos públicos, estatales, que se encuentran dentro del parque. Ofrecen muy pocas plazas y se requiere reservarlas con más de nueve meses de antelación. Ahora, merece la pena, esa es mi opinión. ¿Por qué? Porque son alojamientos muy baratos, en comparación con los que se encuentran en las reservas privadas en los límites del parque, y sobre todo porque facilitan una gran experiencia: alojarse en un bungalow, en el corazón del parque, con un vehículo en la puerta dispuesto para que tu te organices tu propio safari fotográfico, cuando quieras, como quieras, cada día, desde las cinco y media de la mañana hasta a las seis y media de la tarde. En el Kruger hay 23 campamentos públicos. Merece la pena reservar alojamiento no en uno, sino en dos o tres campamentos para conocer las áreas principales del parque. De esos 23 campamentos, los doce principales tienen bungalows o cabañas con varios dormitorios, baños, cocina bien equipada, y, en algunos casos, aire acondicionado. Además, muchos servicios comunes: gasolinera, tienda, restaurante, lavandería y centros de información. Para reservar, hay que dirigirse al propio parque, con la ayuda de una agencia de viajes, y elegir el tipo de alojamiento y el lugar. Luego, se puede llegar a los campamentos contratando servicios de agencias locales. Pero mucho mejor si se alquila un coche en las agencias de alquiler situadas en los aeropuertos más próximos a las puertas del Kruger, en especial Skukuza o Phalaworna. Hay que recordar que en Sudáfrica se conduce por la izquierda, o sea que es fácil que el coche alquilado tenga el volante al otro lado. Se acostumbra uno rápido. Luego, cada residente puede explorar el parque a su manera, parando cuándo y donde quiera, sin salirse de las pistas, cumpliendo unas normas básicas, la fundamental no bajarse del coche ni abrir las ventanillas. Por la noche, los campamentos principales organizan safaris nocturnos, en camiones con asientos y guía especializado, con lo que se completa la experiencia de vivir dentro del Kruger.
Alojarse a los pies de un géiser
El parque de Yellowstone, el primero que se estableció en el mundo, gestiona nueve hoteles en su territorio que combinan, en su mayoría, instalaciones y habitaciones propias de un hotel con cabañas o bungalows, De estos nueve hoteles, uno de ellos, situado junto al más famoso de sus geiseres, el Old Faithfull - "Viejo fiel"-, es el alojamiento interior más antiguo del parque, se inauguró en 1915. Otros dos muy singulares son el hotel del Gran Cañón de Yellowstone, 400 habitaciones y 100 cabañas externas, se inauguró en 1957, y el hotel y las cabañas de Mammoth Springs, el área de fuentes termales del norte del parque, inaugurado en 1938. Aparte de estos hoteles y cabañas, el parque Yellowstone gestiona siete campamentos y el Servicio Nacional de Parques otros siete, para tiendas de campaña y caravanas. Sólo uno de estos catorce campamentos ofrece conexiones de agua, alcantarillado y electricidad, el campamento de Fishing Bridge, en el centro del parque. No hay que confundir estos campamentos con las áreas de pic-nic, en las que no se puede hacer noche, sólo pasar unas horas, incluso hacer una barbacoa, siempre con permiso, reservando con anticipación. Una anticipación que, como decía, requiere varios meses y elegir fechas que a ser posible no coincidan con las vacaciones escolares, que es cuando los alojamientos de este parque registran su mayor demanda de ocupación.
Península Valdés, balcón a las ballenas
A mil kilómetros al sur de Buenos Aires está Puerto Pirámides, Península Valdés. Allí las ballenas se ven desde el mismo puerto. Se ven sus lomos, sus colas y sus saltos. Es un espectáculo extraordinario. Tanto como para que merezca la pena reservar con antelación habitación en alguno de los 54 hoteles, apartamentos o casas rurales que operan en Puerto Pirámides, sobre todo en los que tienen vistas directas a las aguas de la bahía desde sus habitaciones, como el hotel Las Restingas o el hotel Océano Patagonia.
Pero hay más atractivos en Península Valdés. En su parte más ancha, más abierta al Atlántico, entre Punta Norte y Punta Delgada, se encuentra una línea de costa completamente salvaje. Allí hay una caleta a la que entre febrero y mayo, acuden las orcas, a entrenar a sus crías en la captura de pingüinos y focas. No muy lejos se asientan colonias de lobos marinos y en temporada, miles de pingüinos magallánicos. Un poco más al sur, otro espectáculo: las playas a las que acuden los elefantes marinos. Así que merece la pena tener en la agenda los pocos alojamientos rústicos situados en esta costa, en especial dos: la estancia La Ernestina, al norte, establecida en 1907, especializada en guiar a sus huéspedes en la observación y el conocimientos de las orcas. Y la estancia San Lorenzo al sur, fundada en 1900, un sitio ideal para ver pingüinos, lobos marinos, guanacos, maras, ñandús de Magallanes y para acercarse a las playas adonde arriban los elefantes marinos.