ISLA DE PASCUA

Rapa Nui, la isla del permanente misterio

Si hiciéramos una lista de los lugares más enigmáticos del mundo probablemente todos incluiríamos a la Isla de Pascua, Rapa Nui, entre los primeros puestos. Su lejanía de cualquier continente o de cualquier otra isla, casi perdida en medio del Pacífico, y los moáis, esas extraordinarias estatuas que tanto nos impresionan, son ingredientes más que suficientes para imbuirla con ese punto de intriga y misterio que resulta tan atractivo a muchos viajeros.

Ángel Martínez Bermejo

Madrid |

Ya sea por el misterio de su historia y sus monumentos, absolutamente únicos en el mundo, y, por supuesto, su lejanía, la Isla de Pascua está sin duda entre los lugares que podríamos llamar enigmáticos. Cuando hablamos de lejanía no nos referimos respecto de nosotros. Es que la Isla de Pascua está lejos de todo. Sus 160 kilómetros cuadrados están a 3.700 kilómetros de distancia de la costa del Chile continental. La isla habitada más próxima es Pitcairn, que está a unos 2.000 kilómetros, así que sus vecinos más cercanos no están precisamente a la vuelta de la esquina. Si estas distancias nos parecen extremas en la actualidad, hay que pensar lo que significarían hace siglos. Y si a una isla de tamaño relativamente pequeño y tan alejada del mundo le añadimos los moáis, tenemos el cóctel perfecto para desear emprender el viaje, aunque pueda resultar complicado. Ahora, para nosotros el único inconveniente es el precio que se deriva de los vuelos tan largos que hay que tomar. Al ser un lugar tan extremo y con servicios tan limitados, la estancia allí tampoco es muy barata, sólo hay que pensar en el coste del transporte de mercancías desde el Chile continental, pero a parte de eso, ahora el viaje en sí no plantea ninguna dificultad.

Moáis de la Isla de Pascua | Pixabay

Primeras llegadas a la Isla de Pascua

No siempre llegar a Isla de Pascua estuvo exento de dificultad. Incluso su poblamiento original siempre ha planteado muchas incógnitas. Siempre ha habido diferentes teorías sobre su origen y la ruta que llevaron hasta llegar a esta isla. Podemos entender lo remoto del lugar y lo apartado que está de las rutas que pueden llevar los barcos a vela que la primera noticia cierta de la llegada de europeos a Pascua fue 200 años después de que Magallanes atravesara el Pacífico. Es posible que algunos navegantes españoles, como Mendaña, Fernández de Quirós o Juan Fernández la divisaran sin poner pie en ella, ya que todos mencionan islas que llegaron a atisbar en sus navegaciones, pero que no podemos identificar con seguridad. El primer europeo que llegó con certeza a Pascua fue el neerlandés Jacob Roggeveen, que desembarcó el 5 de abril de 1722. Como ese día era el domingo de Resurrección tuvo a bien llamar al lugar Isla de Pascua, nombre que ha permanecido hasta la actualidad. La visita de Roggeveen fue desastrosa, ya que acabó en una batalla con los isleños en la que murieron varias personas. Por supuesto, no tuvieron ocasión de hacer ninguna investigación sobre los moáis o cualquier otro aspecto de la isla.

Medio siglo después, en 1770, el virrey de Perú, Manuel de Amat, envió una expedición en busca de posibles asentamientos de potencias europeas en el Pacífico, que, al menos en teoría, seguía considerándose un lago español. Esta expedición estaba al mando de Felipe González de Ahedo y sus integrantes fueron los primeros en hacer una descripción mínimamente completa de la isla. La visita de los neerlandeses había sido muy conflictiva desde el principio y, desde luego, no hicieron ningún estudio. De hecho, describieron a los moáis como estatuas de arcilla. Felipe González y su tripulación sí hicieron un estudio detallado. Levantaron el primer plano de la isla y dieron nombre a todas las caletas, cabos, ensenadas y cerros, aunque casi ninguno ha permanecido. A ellos debemos los primeros dibujos de los moáis. Los describieron perfectamente, con el cuerpo formado por una sola pieza de piedra y con un sombrero hecho de una piedra diferente. Describen que estos sombreros, llamados pukao, tenían un hueco en la parte superior, donde colocaban los huesos de los ancestros. Es la primera descripción que se conoce sobre la cremación en la Polinesia y hasta 1979 no hubo una confirmación arqueológica de este relato. En el Museo Naval de Madrid se conservan los dibujos de esta misión, que, fiel al estilo de la época, proclamó la soberanía española sobre la isla.

Grupo de moáis, Isla de Pascua | Pixabay

La nombraron como Isla de San Carlos, proclamando al rey Carlos III como su soberano. Lo más interesante es que se levantó acta de esta ceremonia y al dar fe de este acto se dice que los jefes indígenas firmaron “con ciertos caracteres según su estilo”. Es el primer documento conocido de la escritura jeroglífica rongo-rongo de la isla de Pascua, que es otro más de los misterios de esta isla y, de hecho, es el único posible sistema de escritura que los españoles encontraron tanto en América como en todo el Pacífico.

El eterno enigma de los moáis

El primer misterio que salta a la vista al llegar a la Isla de Pascua es, por supuesto, el de los moais. ¿Cómo fueron tallados estos colosos de piedra, de varias toneladas, y luego trasladados desde la cantera hasta el último rincón de la isla? Tenemos que pensar que nos referimos a una isla con pocos habitantes, completamente deforestada y en la que no se conocía el uso de los metales. La pregunta que siempre se ha planteado es cómo y, sobre todo, por qué se emprendió una tarea semejante. Ha habido muchas teorías. Es posible que la isla se poblara en el siglo IV de nuestra era y no hay que olvidar que el poblamiento de las islas del Pacífico tal vez sea la odisea humana más alucinante de la Historia. Tres siglos después, la población se había establecido y se empezaron a erigir construcciones religiosas de cierta complejidad. Lo más probable es que los moais aparezcan en este contexto como elementos del culto religioso. Una teoría plantea que se adoraba a los dioses creadores del universo, de los que descendían todos los seres humanos. Toda persona tenía, por tanto, un dios entre sus antepasados, del que heredaba un poder sobrenatural. Lo malo es que este poder se debilitaba con el paso del tiempo y cada uno lo tenía en menor proporción que sus padres. Para que este poder no se perdiera era transferido a una estatua, que proporcionaba protección a los miembros de un clan. Eso explicaría también por qué los moais están orientados hacia los poblados.

Moáis al atardecer | Pixabay

De Rano Raraku a Ahu Akivi: los imprescinsibles de Isla de Pascua

Últimamente hay bastante control de los visitantes, que siempre deben ir acompañados por un guía para acceder prácticamente a cualquier lugar de la isla. De esta manera, puedes organizar un itinerario dependiendo del tiempo que estés en la isla y de tus intereses. Hanga Roa es la única población de la isla, muy cerca del aeropuerto, y donde se encuentran los alojamientos, los restaurantes y todos los servicios. ¿Qué no podemos dejar de visitar en la Isla de Pascua? Podemos empezar por el extremo oriental. Rano Raraku es el volcán donde se encuentra la cantera de toba con la que se tallaban los moai. Hay decenas de ellos, más o menos completados, tanto en el interior del cráter como en las laderas exteriores. Hay que tener en cuenta que todos fueron tallados aquí y luego transportados a otros lugares de la isla. La vista desde lo alto es espectacular. En la ladera se encuentra Tukuturi, un moai diferente a los demás ya que es el único que tiene piernas y aparece como si estuviera entre arrodillado y sentado. Probablemente sea el más antiguo de todos. Muy cerca se encuentra Ahu Tongariki, que con 15 moais es el mayor conjunto de la isla.

Tukuturi, moai arrodillado | Pixabay

Aunque nadie viaja hasta Pascua por las playas, hay que saber que hay dos playas de arena, en la costa norte, Ovahe y Anakena. Por cierto, que Anakena con su conjunto de siete moais es de los pocos lugares del parque que se puede visitar sin guía. Y entre la playa y Hanga Roa, la única población, hay muchos lugares de interés, como Ahu Akivi que tiene siete moais y son los únicos que miran hacia el mar. En realidad miran hacia la aldea que se encontraba delante de ellos.

También hay playas en Isla de Pascua | Pixabay

Hanga Roa, la única población de Rapa Nui

En Hanga Roa no habría que perderse el museo Antropológico Sebastián Englert, que hace un buen repaso a la Historia y la cultura local. A poca distancia está Ahu Vinapu, una plataforma ceremonial construida con grandes losas tan bien encajadas que recuerdan el trabajo de los maestros incas en Cuzco y Machu Picchu. Hay que subir hasta la cima del volcán Rano Kau. Las paredes del cráter son verticales y guardan una gran laguna de más de un kilómetro de diámetro. La vista es realmente espectacular.

Volcán Rano Kau, Isla de Pascua | Unsplash

Allí, en el borde del cráter, junto a un acantilado que se hunde en el océano, está la aldea ceremonial de Orongo. Desde aquí se divisan varios islotes que tuvieron mucha importancia en los ritos de los rapanuis de hace siglos. Un lugar simbólico y emocionante donde podemos confirmar que Pascua, o Rapa Nui, es efectivamente uno de los lugares más fascinantes del planeta.