Grecia

El Peloponeso en coche

Grecia es un país que ofrece muchas alternativas al viajero, desde conocer alguna de sus islas, hasta dejarse embriagar por el bullicio, la historia, la música y los contrastes de Atenas, sin renunciar a conocer otras regiones como Épiro o Macedonia. Les proponemos un viaje en coche por la península del Peloponeso, uno de los rincones donde maravillarse con las ruinas de la Grecia Clásica y, de paso, conocer su litoral y pequeñas islas del golfo Argo-Sarónico, no tan frecuentadas como pueden ser las más conocidas del Egeo.

Ramón Villeró

Barcelona |

Viajar por el Peloponeso es una delicia para los sentidos, sobre todo si quieres impregnarte por reminiscencias de la Antigua Grecia. La mejor opción es, sin duda, alquilar un automóvil en Atenas o en el aeropuerto y enseguida partir hacia el estrecho de Corinto. Desde la capital hasta el estrecho, al Canal de Corinto, hay apenas 80 kilómetros. A partir de aquí, entramos en la península del Peloponeso y marcamos un itinerario. En cuatro días podríamos visitar las ruinas de Corinto, Micenas y Epidauro, además de conocer la ciudad de Naplio o pueblos como Kosta o Ermioni y acercarnos a las islas de Hydra o Spetses. Un recorrido por el noreste de la península que nos permitiría conocer la parte más visitada del Peloponeso. Con algo más de tiempo podríamos viajar hacia el sur, ver Esparta, para posteriormente subir hasta Olimpia.

Ruinas de Corinto | Unsplash

Corinto: punto de partida

Al entrar en el Peloponeso deberíamos detenernos un momento en el estrecho de Corinto, esa colosal obra de seis kilómetros que permite el paso de los barcos desde el Golfo de Corinto al Egeo. Construido por el ingeniero Itsvan Turr, según un proyecto original de Ferdinand de Lesseps. A continuación, podemos acercarnos hasta las ruinas de Corinto, que datan del siglo VII a.C. Situadas muy cerca del canal y de la ciudad, no acostumbran a estar tan llenas de gente y el yacimiento es muy hermoso para pasar un par de horas y deleitarse con la contemplación del paisaje y, sobre todo, con las columnas del templo de Apolo.

Micenas, Grecia | Ramón Villeró

Micenas, la fortaleza de Agamenón

A 35-40 minutos en coche de Corinto está Micenas. Emplazada en lo alto de un promontorio desde el que se domina la llanura de Argos, Micenas es, quizás, el sitio más ciclópeo: esas edificaciones antiguas construidas sin argamasa, piedra sobre piedra. Te asomas al muro que delimita la ciudad, donde se levanta la puerta de los Leones y enseguida un cosquilleo se apodera de tu cuerpo. Es difícil de explicar, y, a lo mejor, son sensaciones muy personales, pero en Micenas, hay algo que asciende de la tierra y te alcanza. Si te alejas de las ruinas principales, de la entrada y te diriges a la otra vertiente de la colina, percibes esa sensación con intensidad. La civilización micénica se desarrolló entre los años 1600 a 1100 antes de C. y, mientras paseas por las ruinas, piensas que también ellos disfrutaron de un amanecer, de una luz parecida. Puedes imaginarte a Agamenón, apresurándose para organizar la expedición a Troya, o el fatal desenlace años después cuando su esposa Clitemnestra lo asesinó recién llegado a casa. En Micenas, el aire corre ligero y recorres el yacimiento sin prisas. A la hora de partir vale la pena detenerse, cien metros al sur del yacimiento principal, en el tesoro de Atreo o de Agamenón, una tumba abovedada de dimensiones colosales.

Epidauro, Grecia | Ramón Villeró

Conectar con la tragedia griega en Epidauro

A Epidauro es mejor llegar poco antes de la hora del cierre para visitar uno de los teatros griegos más impresionante de la Antigüedad. El teatro fue edificado en el siglo IV a.C. y cuenta con una acústica excepcional. Epidauro al atardecer es un lugar maravilloso. En el silencio de la tarde, el teatro es como un espacio para la meditación donde se escucha el rumor del viento y el trino de los pájaros. Luego bastará pasear por el sur del yacimiento para contemplar las escasas ruinas del templo principal. Además, Epidauro es otra de las ciudades estado de la Argólida que contaba con un santuario dedicado a Asclepio (Esculapio), el dios de la Medicina y es, junto a Olimpia, uno de los yacimientos más visitados.

Puedes visitar los tres yacimientos, Corintio, Micenas y Epidauro, en un solo día, aunque la mejor manera es ir sin prisas. Los tres están bastante cerca, de manera que puedes alojarte en cualquier hotel del litoral y desde allí programarte las visitas. En mi caso, escogí el pueblo de Archaia Epidauro, en el antiguo puerto de Epidauro, muy cerca de las ruinas. Dos o tres hoteles se encuentran frente al puerto y la inmaculada bahía. Hay algunos veleros adormecidos y unos pocos turistas en las terrazas de los restaurantes. También es verdad que hice el viaje durante el mes de mayo que, si se puede disponer de unos días, es el mejor mes para viajar a Grecia.

Hydra, Grecia | Unsplash

El remanso de paz está en Hydra

Otra opción podría ser dormir en Nauplia, una pequeña población algo más al sur, y desde aquí visitar la isla de Hydra, que está muy cerca del puerto y es fácilmente accesible, al igual que Spetses, situada algo más al sur, desde las poblaciones de Kostas o Agios Emilianos, dos pequeñas poblaciones muy tranquilas y agradables para pasar la noche. Hydra es una isla agreste y rocosa, con su precioso puerto de casas de piedra. Además de la capital y de algunas casas desperdigadas a lo largo de la ladera sur, la isla está prácticamente desierta. Por no encontrar, no se encuentran ni vestigios de la época clásica, algo realmente sorprendente, si tenemos en cuenta su proximidad los yacimientos que acabamos de visitar. Hydra sorprende al visitante por su tranquilidad y sosiego: si exceptuamos julio y agosto, la isla es un remanso de paz. El puerto de la capital, protegido del temible meltemí -el viento del norte- es pequeño y acogedor. En el muelle de poniente atracan los barcos de línea, mientras que tanto el paseo marítimo, como el estrecho pantalán de levante albergan las barcas de pescadores y los yates particulares que recalan en la isla. Es decir. Hydra es el lugar ideal para no hacer nada, para descansar, pasear, comer bien, bañarse y dedicar tiempo a la lectura y enamorarse de Grecia. A Hydra también se puede acceder desde el Pireo en apenas una hora y media con los ferris rápidos.

Spetses, Grecia | Unsplash

Una vez visitada Hydra podríamos proseguir el viaje hacia el sur del Peloponeso, además de Olimpia y Esparta. Antes, un breve apunte sobre Spetses, isla que el escritor John Fowles escogió como escenario de su novela "El Mago" y que es el lugar donde las familias adineradas de Atenas pasan sus vacaciones: son muy bonitas las mansiones señoriales que dominan el paseo marítimo de la capital. De hecho, las casa de Spetses son muy distintas a las construidas en las Cicladas y otros rincones del Egeo. La isla bien podría estar situada en el litoral italiano, aunque el carácter griego de sus gentes es innegable. Un isla distinta, también muy tranquila fuera de la temporada estival.