El matarraña, la comarca que te enamorará
Conocida como la Toscana española, la comarca del Matarraña es poco conocida y poco visitada, por lo que se puede vivir con intensidad, especialmente fuera de temporada, como nos cuenta Elena del Amo en 'Gente viajera'.
Valderrobres | 20.05.2023 14:48
El Matarraña (Aragón) se esconde entre lomas de pinares y olivos por una esquinita de Teruel lindando ya con Tarragona y Castellón. Desde Valencia y Barcelona se tardan unas dos horas y media en coche, o sea que para catalanes y valencianos es una escapada de fin de semana muy a mano. Desde Madrid, por ejemplo, ya tardas 4 horas y pico y conviene cogerse algún día más de vacaciones porque la comarca tiene mucho para disfrutar. Hay pueblos muy monumentales como Valderrobres, con un casco viejo maravillosamente conservado a los pies de un castillo donde, para arrancar la escapada, recomendaría no perderse su Centro de Interpretación. Allí te dan muchas pistas para meterle mano a la comarca. Porque, como muestran esos paneles que tan bien vienen para organizar la escapada, puedes recorrerla siguiendo su ruta del gótico, su ruta renacentista o la del barroco.
Todos estos estilos confluyen por sus pueblos, con preciosos caserones de piedra en general muy bien conservados, unas iglesias a veces grandes como casi catedrales y unos Ayuntamientos también descomunales para ser pueblos tan pequeños con los que la sociedad civil del 17 y el 18 querían mostrar su poder ante los obispos. Vamos, que si unos les levantaban una iglesia enorme, los ciudadanos levantaban un Ayuntamiento aún más imponente para desmarcarse. Impresiona, en pueblos tan pequeños, ver esos ayuntamientos desmesurados por los que, me contaban, los pueblos se empeñaban durante generaciones, porque construirlos costaba un riñón. Lo puedes comprobar desde en Calaceite, que es el segundo pueblo en tamaño después de Valderrobres, hasta miniaturas deliciosas y mucho menos visitadas como Ráfales, Cretas, La Fresneda o la diminuta villa de Lledó.
Pueden visitarse cárceles medievales
Cada pueblo tiene la suya y son calabozos bastante espeluznantes a incluir en la ruta. Muchos, están abiertos todo el tiempo y otros no. Esto en el Matarraña funciona también para las iglesias, los ayuntamientos y principales monumentos; antes de ir conviene llamar a la oficina de turismo para saber a qué horas están abiertos. Porque si no, es muy probable que te quedes con las ganas de verlos por dentro, y es una pena. Otra cosa importante a tener en cuenta es programar bien dónde comer. Podemos visitar algunos restaurantes excepcionales, como la Fonda Alcalá de Calaceite o la Fábrica de Solfa de Beceite, en una de las antiguas fábricas de papel que tuvo este último pueblo, pero en general hay poco restaurante y en los festivos se llenan.
Disfrutar de la naturaleza en el Matarraña
Para disfrutar de la naturaleza, lo mejor es acercarse a el Parrizal de Beceite, una caminata muy fácil de un par de horas que puede hacerse incluso con niños y que, sobre unas pasarelas que han dispuesto a orillas del río por unos caminos que antaño usaban los leñadores, te adentras en un cañón espectacular. Los festivos, eso sí, se pone a tope, o sea que mejor ir entre semana. Pero hay muchos otros escenarios naturales menos conocidos y también preciosos. Como la caminata por las Peñas de Masmut, junto al pueblito de Peñarroya de Tastavins, donde también sería un pecado perderse el santuario mudéjar de la Virgen de la Fuente. O llegarte a pie o en bici a través de solitarias pistas forestales hasta el convento abandonado de la Virgen de Gracia, que se levanta como una aparición fantasmal entre el bosque en las proximidades del pueblito precioso de La Fresneda. O, también, para hacer a pie o en bici, la Vía Verde del Zafán, un antiguo trazado ferroviario en desuso por el que rodar entre sembrados y olivares, siempre con la empalizada montuna de los Puertos de Beceite como telón de fondo, entre los pueblos del Matarraña de Valjunquera y Lledó, pasando por Valdeltorno, Torre del Compte, Valderrobres y Cretas… Quien tenga tiempo puede hacerse una cata de vinos en bodegas como Mas de Torubio o Crial Lledó. O, mas sorprendente aún, una cata de aceites, que son espectaculares en toda esta región con tantísimo olivo de la variedad empeltre, como las que organiza Mas del Castellans en Calaceite. Y, por supuesto, los yacimientos íberos que salpican toda la comarca, que solo por ver el atardecer desde el de San Antonio, a las afueras de Calaceite, ya merece la pena la escapada.