LECTURA DE VIAJES

La expedición de la Kon Tiki

Este agosto, invitamos a darnos a la lectura de viajes, para trasladarnos a paisajes lejanos y sumergirnos en ellos. Un viaje literario que comienza con un libro titulado "La expedición de la Kon Tiki". Es la historia de una travesía extraordinaria atravesando el Pacífico a bordo de una diminuta balsa. Un relato basado en hechos reales acaecidos hace 77 años.

Enrique Domínguez Uceta

Madrid |

En verano tenemos más tiempo para leer y, además, los viajes nos ofrecen más oportunidades de leer en los aeropuertos, en los aviones o en las playas y piscinas. Voy a recomendar algunos libros que he disfrutado como un niño, gozando de sus historias y con páginas que se convertían en imágenes poderosas. Algunos libros me invitaron a hacer el mismo viaje, y otros eran relatos de viajes irrepetibles, que nunca podremos hacer de la misma manera… Por encima del resto de lecturas, he disfrutado de manera incomparable de un libro titulado "La expedición de la Kon Tiki", que quizá a muchos les suene por la película que se hizo sobre el libro en el año 2012, lo cual demuestra que se trata de una historia inmortal e intemporal, porque la película, basada en el libro, cuenta un viaje realizado en 1947, y que, filmada 65 años después, sigue siendo fascinante y maravilloso. Es casi la historia de un milagro, como es el hecho de que seis personas cruzaran ocho mil kilómetros del Océano Pacífico desde las costas de Perú hasta Polinesia a bordo de una diminuta balsa de madera sin medios modernos de propulsión o navegación.

Una novela de aventuras muy real

Cuenta un viaje que parecía una locura, pero que sucedió realmente y que salió bien, como demuestra que el libro "La Expedición de la Kon Tiki" lo escribiera el responsable de la historia real y que los seis expedicionarios llegaran al destino vivos y sanos, eso sí, después de pasar numerosas aventuras que son estrictamente ciertas y, por encima de todo, inesperadas, inimaginables, porque todo lo que les pasó no tenían ni idea de que les fuera a pasar. Por eso el libro es una especie de libro de las maravillas más inesperadas. Yo lo he tenido durante años en la mesilla de noche y daba igual por qué página lo abriera, inmediatamente te sentías subido en su balsa y atravesando el Pacífico dispuesto a que sucedieran cosas formidables… Todas las aventuras tienen un protagonista y, en este caso, es el propio autor del libro, el explorador noruego Thor Heyerdahl. Era etnógrafo y estaba intrigado por saber de dónde procedían los habitantes de Polinesia, que sólo podían haber llegado a las islas por mar, pero no se sabía desde donde habían partido las embarcaciones... así que se le ocurrió que podían haber llegado navegando desde las costas de Sudamérica, porque encontró varias coincidencias culturales entre las culturas de la costa de Perú y los polinesios. La más importante era la del dios del sol, Tiki, adorado y presente en las tradiciones orales de dos culturas tan lejanas como la preincaica de Perú y la polinésica, que Thor Heyerdahl había conocido viviendo en Fatu Hiva, en las islas Marquesas, antes de la II Guerra Mundial. Por eso pensó que los polinesios habían llegado navegando en balsas desde las costas de Sudamérica, pero en un tiempo en que no había mapas del mundo, habrían llegado casi por casualidad.

Moorea, en la Polinesia francesa | Pixabay

A la Polinesia en balsa desde Perú

Thor Heyerdahl sabía que en esas latitudes los vientos alisios soplan de manera constante en dirección al oeste, de manera que, si los preincaicos se hubieran lanzado al mar con la esperanza de encontrar otra tierra, habrían avanzado hasta dar con ella. La teoría era revolucionaria, y nadie le creyó. Le pusieron todo tipo de pegas razonables hasta que se convenció de que la única manera de demostrarla era realizar el viaje hoy con los medios antiguos. Si él podía hacerlo, los antiguos también podrían haberlo hecho. Le dijeron que las culturas preincaicas no tenían barcos, pero él sabía que tenían balsas. Tenía que hacer el viaje en una balsa. Y tenía que encontrar tripulación para una idea descabellada. Consiguió ambas cosas. Yo creo que la expedición fue consecuencia de la II Guerra Mundial, que había terminado recientemente, dejando a muchos hombres duros, austeros, acostumbrados al peligro, en un mundo en paz en el que la vida cotidiana les parecía, sin duda, monótona y aburrida. Cinco de ellos se unieron a la aventura, cinco noruegos, porque los noruegos siempre han sido grandes aventureros y exploradores, sobre todo polares, como Amundsen, el primero en llegar al Polo Sur y en cruzar el paso del Noroeste.

Tenían cerca las tierras heladas, pero este explorador se dedicó a los trópicos. Thor Heyerdahl consiguió alguna financiación y ayuda, suficiente para ir a Perú y construir una embarcación con grandes troncos de madera de balsa, hecha con materiales antiguos, con cuerdas, cañas y tablas... y se lanzaron al mar para ponerse en manos del destino y de la naturaleza. Consiguieron cruzar ocho mil kilómetros de océano Pacífico y llegar sanos y salvos a Polinesia, después de 101 días de travesía. La aventura es increíble, pero a mí me parece un milagro que haya generado un libro tan bonito, tan cargado de alegría, por la sensación de que la naturaleza les ofrecía cada día algo inesperado. La primera tormenta de grandes olas les demostró que la balsa es perfecta para el Pacífico, porque era como un corcho que las grandes olas levantaba primero y luego dejaba resbalar por el otro lado de la montaña de agua en movimiento dejándoles indemnes. Preocupados por la alimentación, van descubriendo que cada mañana encuentran la cubierta llena de comida, en forma de pulpitos que saltan desde el mar huyendo de algún predador o en forma de peces voladores que caen en una cubierta que está a solo unos centímetros por encima del agua.

Comían pequeños pulpos que saltaban a la balsa | Pixabay

Una despensa marina, a pesar de los tiburones

También podían pescar desde la balsa y lo hacían sin dificultad, sobre todo dorados y atunes, que eran abundantes, aunque tenían a menudo tiburones rondando la balsa, curioseando, hasta que descubrieron la manera de capturarlos y librarse de ellos. Comprobaron que, si le ofrecían comida desde la balsa, el tiburón sacaba la cabeza del agua para cogerla. Entonces se la quitaban, el tiburón daba media vuelta para hundirse y dejaba la cola fuera del agua. Si en ese momento lo agarraban por a cola y tiraban de él, lo subían a la balsa sin dificultad y allí se quedaba desvalido y desorientado. Llevaban también una manga, como un colador, para ir recogiendo el plancton que es un alimento completísimo, el que nutre a las ballenas, y así fueron descubriendo los secretos del mar porque vivían a ras del agua. Avistaban ballenas a menudo, se cruzaron con el enorme tiburón ballena, temieron que subiera a bordo algún gran pulpo y nadaban junto a la balsa cuando no había tiburones cerca. Todo real, maravilloso, en general tranquilo e inesperado.

Kon Tiki | Agencias

Convivir en una balsa diminuta en medio del océano

La balsa tenía poco mas de trece metros por poco menos de seis. Llevaba una pequeña cabaña en el centro donde dormían y se protegían del sol, una gran vela y dos velas menores, de manera que eran los vientos y las corrientes los que les empujaban hacia el Oeste y ellos controlaban algo la dirección con una espadilla, un remo a manera de timón, y unas orzas de deriva, unas tablas que metían entre los troncos y que podían girar un poco para corregir la dirección de las corrientes. La convivencia fue bastante buena, seguramente porque eran hombres que habían pasado una guerra en condiciones difíciles -dos de ellos habían sido héroes de guerra en su país-.

Kon Tiki | Seestrena.com

La aventura terminó bien cuando su balsa se estrelló contra un arrecife en el atolón de Raroia, en las islas Tuamotu, y sobrevivieron. La noticia corrió por todo el mundo, y en 1948 se publicó el libro, que se ha traducido a 66 lenguas. En 1951, la película que hicieron con las filmaciones de una cámara que llevaban a bordo obtuvo el Óscaral mejor documental. Y la película Kon-Tiki, de 2012, fue candidata a mejor película de habla no inglesa en 2013. Thor Heyerdahl siguió con otras aventuras como la navegación desde Marruecos a Barbados a bordo de la Ra II, una embarcación hecha con fibras de papiro en 1970. Vivió en Tenerife, y murió en Italia visitando a unos parientes en 2002 a los 87 años. Finalmente, las teorías de los antropólogos y etnógrafos han sido revisadas con el estudio del ADN y parece que Polinesia se pobló desde el sur de Asia, pero eso da más valor al acto milagroso que relata el libro "La expedición de la Kon Tiki", que transmite la pura emoción del viaje en busca de lo inesperado. Una aventura que terminó el 7 de agosto de 1947 y que dentro de cuatro días cumplirá 77 años.