Valle del Cauca, el virginal tarro de las esencias colombianas
Colombia es un país maravilloso, un gran destino viajero que merece más de un viaje, ya que lo tiene todo: selva, sierra, dos mares y una gente acogedora. Nos adentramos en el Valle del Cauca, una maravilla de la naturaleza con capital en Santiago de Cali.
Madrid |

De Colombia quizá sean más conocidos ciudades como la capital, Bogotá, o Medellín, que es la segunda ciudad por tamaño, o la más turística de todas que es Cartagena de Indias, pero es un país que lo tiene todo, selva, sierra, dos mares, el Caribe en un lado y el Pacífico en el otro, y una gente maravillosa, muchos de ellos trabajando aquí, en España, donde hay ya una cantidad importante de colombianos con los que da gusto conversar porque son muy vivos, muy rápidos y simpáticos en general, son bienhumorados, por eso hoy quería ir hasta Santiago de Cali que es la tercera ciudad del país por tamaño, y la capital del Departamento del Valle del Cauca, una maravilla de la naturaleza. Cali es una gran ciudad, pero tiene fama por ser la capital de la música salsa en Colombia, porque, aunque no la han inventado ellos, es una pasión colectiva, se vive, se escucha en todas partes y se baila como en ningún otro lugar del país. Allí celebran el Festival Mundial de Salsa de Cali, que ha llegado este año a en su edición número veinte, y se ha dedicado a Wilson Manyoma Gil, una figura local que falleció en febrero poco antes del festival, que fue en el mes de marzo.

Cali: ritmo caribeño a orillas del Pacífico
Siempre asociamos la salsa con el Caribe, pero Cali está bastante lejos de la costa caribeña… Está muy lejos, a más de 1.200 kilómetros en el interior, está mucho más cerca del Pacífico, de hecho, es la única gran ciudad de Colombia con acceso al Pacífico, sobre todo porque solo 114 kilómetros la separan de Buenaventura, que es el principal puerto del país en ese océano. Pero la gente de Cali es especialista en bailar salsa en pareja, tienen varios campeones mundiales… Hay que ir bien entrenado porque hay escuelas de salsa y muchos locales para bailar por todas partes, es una ciudad muy divertida que, poco a poco, se convirtiendo en un gran destino turístico. No le faltan atractivos, es una ciudad cosmopolita, donde hay espacio para la cultura, los negocios, para comer muy bien, y para divertirse es “La Capital Mundial de la Salsa y la Alegría”. Y tiene fama por su gastronomía, quizá sea el segundo mejor lugar para comer en Colombia, con muchos restaurantes en el barrio Granada, en el tradicional barrio San Antonio, en Ciudad Jardín, en la Novena y en la 44. Y hay gastronómica de comida típica, de la mejor calidad, en la plaza del mercado Alameda, en el Parque del Chontaduro y en Los Cholados. Tiene también un interesante Museo de Arte moderno llamado La Tertulia, y el Museo del oro de la cultura Calima, buenos teatros, Municipal, Jorge Isaac, al Aire Libre Los Cristales, el experimental de Cali, y tiene una buena oferta para ir de compras, además de los grandes centros comerciales, se puede ir al Parque Artesanal Loma de la Cruz, que reúne artesanos del suroccidente colombiano con obras de raíces indígenas, africanas y criollas… Es una ciudad de buena vida.
Pero cualquiera que llegue hasta Cali, creo que debería seguir y no quedarse sólo allí, continuar para recorrer ese Valle del Cauca, que es uno de los secretos mejor guardados de Colombia. Sobre todo porque el Valle del Cauca es una especie de tarro de las esencias colombianas, donde se combinan los grandes elementos de Colombia, los descomunales valles andinos con su población indígena, los vestigios de las antiguas culturas andinas y paisajes donde se cultiva el formidable café colombiano. Hay ciudades coloniales, haciendas agrícolas y ganaderas y también las grandes selvas de increíble biodiversidad que separan el espinazo andino de las costas del Pacífico… De las nieves eternas de los Andes a las selvas del Pacífico, el Cauca es una región casi virgen para el turismo de placer y de aventura, y en pocos lugares se pueden tener experiencias tan diversas sin salir de un mismo departamento.
Popayán, la ciudad blanca
Desde Cali, yo recomendaría tomar la Panamericana y seguir hasta Popayán, son como tres horas de camino por el valle central de los Andes, que es la depresión que hay entre la cordillera occidental y la cordillera central de la Región Andina, asistiendo a un espectáculo fascinante, recorriendo un corredor orillado por pastos verdes entre dos cadenas de montañas. Y llegar a Popayán, que está muy alta, a más 1.700 metros de altura, una ciudad colonial que te deja boquiabierto, parece que nadie hubiera tocado una piedra de su centro histórico desde hace un par de siglos, pero la verdad es que un terremoto destrozó la ciudad en 1983, y se reconstruyó por completo con un esfuerzo impresionante y con tremenda ayuda internacional. Ellos dicen que su arquitectura es castellana y andaluza, le llaman la ciudad blanca, y es una de las más antiguas ciudades de América fundadas por los españoles. Tiene iglesias magníficas como San Francisco o la catedral, palacios como la mansión de los Valencia y estupendos edificios coloniales como la universidad, que atrae a gente joven de toda la región y anima las noches de Popayán, donde la gente es estupenda, amable y llena de cortesía. Y, como comentaba hace poco sobre Guanajuato, no es una ciudad llana, tiene desniveles y cuestas y eso la hace atípica entre las ciudades coloniales y especialmente bonita, además tiene una Semana Santa muy importante, preciosa, declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, porque es impresionante cuando llevan los pasos a hombros por las cuestas a la luz de las velas, es una ciudad bastante especial.
Entre comunidades indígenas y huellas precolombinas
Estando en los Andes, hay mucha naturaleza para ver. La más relevante seguramente es el Parque Nacional Natural Puracé, que está sólo a hora y media por carretera, en una zona volcánica, donde, además de hacer senderismo, puedes conocer el lugar en el que nacen tres de los principales ríos de Colombia, el Magdalena, el Cauca y el Caquetá. El Cauca es el que da nombre al valle que corre entre montañas andinas. En la zona hay tanto que ver que resulta imposible de resumir, pero viajando por el valle del Cauca no puede faltar una visita al pueblo de Silvia, en las alturas de los Andes, en tierra de indios guambianos, que forman una cultura amenazada que resiste, donde siguen vistiendo sus típicos atuendos de falda para hombres y mujeres, las de los hombres son anacos, y las de las mujeres rebozos, y van tocados, o cubiertos, siempre, con su característico sombrero de fieltro. En el Cauca están la mayor parte de las comunidades indígenas de Colombia, un 20 % de todos ellos viven allí, y más de la mitad de las zonas protegidas para ellos están en el Cauca, por eso es un viaje también para acercarse y conocer las comunidades indígenas.
Para conocer las huellas precolombinas yo recomiendo visitar un lugar mágico que se llama Tierradentro, en las alturas andinas, donde los primitivos habitantes hicieron sus tumbas en la cima de las montañas, bajo tierra, pero casi tocando las estrellas. Entre los siglos VII y IX, los indígenas enterraban a sus muertos en fantásticas cámaras subterráneas con pinturas geométricas y de animales. Hoy son Patrimonio de la Humanidad, y proporciona una emoción extraordinaria bajar a las tumbas y ver las vasijas con cenizas de una civilización de hace mil años que desapareció. Es uno de los enterramientos más importantes de América. La zona está sembrada de increíbles iglesias rurales totalmente encaladas y con cubierta vegetal, iglesias de una modestia absoluta y de un encanto primitivo enorme, son el vivo ejemplo de la simbiosis de creencias religiosas que la implantación del catolicismo hizo en las comunidades animistas indígenas, y en ocasiones, viendo la pobreza y la dureza de la tierra a esas alturas, no es de extrañar que pensasen en una vida mejor en el más allá. La iglesita de San Andrés de Pisimbalá, por ejemplo, es una de las más hermosas... Pero el valle del Cauca tiene de todo, naturaleza, baños termales, pueblos indígenas, ciudades coloniales, zonas arqueológicas, puedes hacer recorridos a caballo por las montañas, o conocer fincas cafetaleras, o descubrir que la gastronomía del Cauca es excelente, que ha integrado la cocina indígena, la española y la de los afrodescendientes, y es una explosión de sabores que ha hecho de la ciudad de Popayán una de las capitales gastronómicas de Sudamérica, con un exquisito cerdo asado, con empanadas, tamales y otras delicias. No es un destino de super lujo, es muy viajero y disfrutón, de experiencias genuinas, pero hay buenos alojamientos en Popayán y, por supuesto, en Cali. En cualquier caso, Cali y el Valle del Cauca es uno de los maravillosos destinos que contiene Colombia y que ahora están más cerca y son más seguros que nunca. Una manera distinta de conocer el interior de un país que parece un continente en el norte de Sudamérica.