Chengdu: en la capital del oso panda
Los viajeros más concienciados y amantes de la naturaleza disfrutarán en Chengdu, uno de los lugares más interesantes del interior del territorio chino. Allí se encuentra el Centro de Atención y de Investigación del Panda, el lugar donde están intentando proteger esta especie que está en peligro de extinción.
Madrid | 07.09.2024 19:46
Chengdu es uno de los muchos lugares de China de los que seguramente la mayoría de nuestros oyentes no habrán oído hablar. Una ciudad que no es nada pequeña comparada con nuestras ciudades -tiene más de diez millones de habitantes, probablemente trece millones-, pero en China es una entre muchas. Es la capital de la provincia de Sichuan, pero eso tampoco dice mucho, a pesar de que Sichuan es más grande que todo el territorio español... pero muchos la ubicarán si decimos que es la capital mundial del oso panda. Allí se encuentra el Centro de Atención y de Investigación del Panda, donde están intentando proteger una especie que está en peligro de extinción.
Sichuan es la tierra del panda gigante, del simpático oso de dos colores, blanco y negro, que sólo se alimenta de hojas de bambú y que se encontraba en peligro de extinción, por eso fue elegido por el Fondo Mundial para la Naturaleza, WWF, como símbolo de su trabajo de conservación de la vida salvaje en todo el planeta. La especie estaba extraordinariamente amenazada, necesitaba protección y los chinos se lo tomaron muy en serio. Hay que destacar que el oso panda es un animal bastante desastroso y que su escasez se debe a la rápida desaparición de los bosques de bambú en los que habita y también a sus ineficaces hábitos reproductivos, porque es un animal que sólo tiene una semana de celo al año y durante ese tiempo tiene una escasísima actividad sexual, por lo cual su número venía decreciendo de manera aparentemente irremediable.
El Centro de Investigación y de Reproducción del Panda, el gran atractivo de Chengdu
Está claro que sin actividad sexual es difícil reproducirse, pero también es importante la conservación de los bosques de bambú en los que el panda se alimenta. Esos bosques del Oeste de China están amenazados por los cultivos y la expansión humana, pero el gobierno se ha comprometido con el trabajo de protección del medio natural y ya hay 67 reservas naturales para el oso panda. También los científicos están trabajando de manera eficaz en los temas de reproducción en cautividad y parece ser que el número de pandas va en aumento y ahora ya hay casi dos mil pandas en libertad, permitiendo que la especie haya pasado de estar calificada como “En peligro” a la categoría de “Vulnerable”. Casi un diez por ciento de los pandas viven en el Centro de Investigación y de Reproducción del Panda que está cerca de Chengdu, en una instalación modélica que nos permite incorporar la experiencia del panda a nuestro viaje a Chengdu. La verdad es que el panda es tan tierno en su aspecto, despierta tantas sensaciones de ternura y simpatía, que han convertido el Centro de Investigación y Reproducción del Panda en un parque temático para conocer y acercarse a la realidad de los osos panda y allí puedes ver, como he visto yo, los osos panda en su cuna. No sólo en su cuna, también en su incubadora porque es un centro de maternidad del panda. El centro es un gran parque donde puedes ver pandas de todas las edades atiborrándose de bambú en sus parcelas del bosque, como si fuera una urbanización con cada panda en su casa, unos subidos a los árboles, otros durmiendo en sus plataformas y otros jugando. Es fácil identificarse con ellos por sus movimientos tan humanos, sentados en los cuartos traseros, con las piernas estiradas, las ramas agarradas con la mano y mordisqueándolas tranquilamente.
La verdad es que resulta estremecedor ver esas bolitas de pelo, los bebés panda, durmiendo boca abajo en su cuna con total tranquilidad, sin saber el esfuerzo y el cariño que ponemos entre todos para que su especie no desaparezca, para que ellos puedan seguir viviendo... y te encanta ver los gestos corporales que parecen de niño pequeño. Lo más curioso es que puedes verlos desde fuera, a través de un cristal, pero también puedes entrar a verlos y a tocarlos, con una bata y una mascarilla, y acariciarlos y coger alguno en brazos. Eso se hace pagando un donativo que se emplea en la financiación del propio centro, que por cierto está teniendo un gran éxito en su trabajo. Vi por lo menos dos docenas de bebés panda muy bien cuidados, así que parece que los pandas seguirán con nosotros por algún tiempo. El parque es precioso, porque está sumergido en un jardín tropical que parece un bosque de bambú y los pandas están en sus parcelas cubiertas de bosque y se les puede ver comiendo, con una ficha en la valla que los identifica con sus fotos, su año de nacimiento y sus costumbres y hábitos.
Chengdu, meca china de la buena vida (humana)
Muchos consideran Chengdu como la mejor ciudad de China para vivir. Es muy llana y se extiende sobre un territorio fértil, con agua abundante, en el sudoeste del país, al pie de los Himalayas. Es una urbe moderna, agradable, considerada la capital de la buena vida. Es un gran destino para combinar templos y lugares patrimoniales con el encanto de las casas de té y de los buenos restaurantes. El centro de la ciudad moderna es la gran plaza Tian Fu, rodeada de rascacielos, a los pies de la mayor estatua del mundo dedicada a Mao Zedong. La imagen de gran ciudad oriental está en la calle peatonal Chunxi, con una multitud caminando entre tiendas al pie de los neones. El tráfico intenso recorre la avenida Renmin Lu, donde se mezclan los coches y las motos eléctricas de una extensa clase media de vibrante modernidad. Una visita que me encantó es la del Parque Renmin que ofrece otra cara más tradicional. En este parque se encuentra el sosiego de la vida cotidiana con la gente de Chengdu, que acude a practicar taichí, bailes de salón, a tocar sus instrumentos al aire libre, jugar a las cartas, alimentar a los peces en los estanques, remar en el lago, hacer deporte o ponerse en manos de los limpiadores de oídos. Incluso las ciudades modernas tienen barrios tradicionales y templos que vale la pena acercarse a conocer... Entre los lugares patrimoniales que merecen la visita destacan los templos Wenshu, Bao Guang, el memorial Wuhou, las representaciones de la ópera de Sichuán en el teatro Shufeng Yayun, con su cambio instantáneo de máscaras, casi mágico... sin olvidar la deliciosa Casita con techo de paja del poeta Du Fu, en la que vivió uno de los grandes genios de literatura china en el siglo VIII.
La gente joven llena por la tarde las calles y centros de ocio con una intensidad superior a la de Beijín o Shanghái, así que Chengdu quizá sea el mejor lugar del país para divertirse. La calle Kuanzhai es uno de los tres barrios de la ciudad donde las construcciones tradicionales de la Antigua China se han conservado y convertido en centros de ocio llenos de bares y restaurantes, con un ambiente animado y alegre. La Calle Cultural Jinli mantiene el espíritu tradicional en sus casas de té, teatros, locales de ocio, tiendas de arte y artesanía y los gastrónomos pueden asomarse al mercado situado junto a su entrada.
El festín de Sichuan
En Chengdu se como maravillosamente bien. Es muy famosa la pimienta de Sichuan, excelente. También dan mucha importancia a la fragancia de sus preparaciones. Dicen que entre cien platos de Sichuan, cada uno ofrece un sabor diferente. Es famoso el pollo Gongbao, marinado con verduras, anacardos y pimienta local. También es común el Húi Gūo Ròu, cerdo dos veces cocinado, primero con sal y jengibre y luego frito en el wok con col y pimientos. Para darte un homenaje de calidad puedes ir al restaurante Celestial Court, en el hotel Sheraton, entre los mejores del país, y al formidable Gingko, que ofrece nido de pájaro con abulones, pez napoleón, conejo con cacahuetes fritos en salsa picante de frijoles negros y una sopa de pollo y nenúfares de flores negras ideal para terminar la comida. En todas partes encuentras el Huo Guo, el tradicional Hot Pot o caldo hirviente en el centro de la mesa en el que uno mismo cocina carnes, mariscos, verduras y pescados a su gusto. Los chinos sienten pasión por la comida y disfrutan como nosotros comiendo, somos muy parecidos en ese aspecto y es un placer recorrer Chengdu no sólo por monumentos y osos panda, también por su animación de día y de noche.