GENTE VIAJERA DESDE SALAMANCA

Entre castaños centenarios y fósiles: ruta por la Sierra de Francia

Gente Viajera desde el Museo de Art Nouveau y Art Déco de Salamanca Casa Lis. El rico patrimonio histórico y artístico de la capital salmantina combina a las mil maravillas con la Ruta de los Miradores o las constelaciones turísticas salmantinas y, más allá de la propia ciudad, con la naturaleza de una provincia de valles y bosques, llanuras, arroyos y ríos, entre los Parques Naturales de Los Arribes del Duero y de Las Batuecas y Sierra de Francia. A través de ésta última nos guía nuestro biólogo, Raúl de Tapia.

Raúl de Tapia

Madrid |

La Sierra de Francia es bien conocida por los viajeros que recorren la provincia de Salamanca. Una opción interesante es comenzar desde el Castillo de la Biosfera en San Martín del Castañar. Se trata del Centro de Interpretación de dicha Reserva, situado en el interior del castillo del siglo XV, donde podremos ascender a la antigua torre del homenaje para divisar ambas sierras. Aquí descubriremos por qué esta zona fue declarada Reserva, pudiendo conocer más sobre su diversidad, su historia, sus costumbres. Además, en su interior encontraremos la impresionante escultura la Reina Quilama del escultor José Ángel García Encinas, todo un homenaje a la tradición surgida de la naturaleza.

Esta sierra es un cruce de senderos, una gran red que te permite ir desde cualquier pueblo al resto de los que integran el Parque Natural de Batuecas y Sierra de Francia. Invito a la gente viajera a que en San Martín se dejen seducir por la ruta de los molinos visigodos, en las entrañas verdes del río Francia, con sus corzos, nutrias y mirlos acuáticos. La he recorrido más de cien veces y siempre me ofrece algo nuevo que me invita a volver.

La Alberca, donde el bosque se hace pueblo

Hablar de la Sierra de Francia lleva consigo hablar de la Alberca y del Valle de las Batuecas. Desde Lope de Vega a Miguel de Unamuno o Luis Buñuel, muchas son las personalidades que se prendaron de este territorio. Caminar por las calles se La Alberca es hacerlo por la historia viva, así que no es de extrañar estos enamoramientos. Sus casas responden a un tipo constructivo, la tramonera, donde se traman maderas de castaño y roble melojo sobre piedras de sillería y mampuesto. Realmente es un bosque convertido en pueblo. En la Alberca sólo hay que dejarse caminar, da igual por dónde te pierdas porque te va a sorprender. El sonido del agua es constante a lo largo de los caños y pilones. Si queremos caminar un poco más podremos acercarnos hasta la ermita de San Marcos, que se halla envuelta en un robledal hermoso, y forma parte de los llamados Caminos del Arte (Raíces).

Hojas de haya | Pixabay

Valle de Las Batuecas, territorio salvaje de árboles ilustres

Obligado. En Batuecas seremos testigos de un lugar salvaje, donde las cabras montesas nos vigilarán desde una distancia prudente. En las zonas elevadas observaremos los buitres leonados volando en carrusel, que planearan sobre una de las rutas más especiales y espaciales, la subida a La Torrita. Un mirador de altura privilegiado, al que accederemos desde Herguijuela de la Sierra, donde veremos dos árboles monumentales: el álamo de la plaza, uno de los pocos olmos que resistieron a grafiosis y que vive esplendoroso, gracias al cuidado de sus vecinos. Y la llamada "haya de la Herguijuela", seguramente el ejemplar de esta especie más al sur de la Península.

Monasterio de Las Batuecas | onda cero salamanca

La Peña de Francia, símbolo de la Sierra y lugar de peregrinación senderista

La subida exige un poco de esfuerzo, pero merece la pena. Icónica la Peña de Francia, su perfil se distingue desde la capital de Salamanca y a medida que te van acercando a ella se crece como el mascarón de proa de un barco. Para llegar a ella o bien caminamos o ascendemos cómodamente en coche, impresionándonos del paisaje creciente de los encinares salmantinos. Si lo hacemos a pie comenzaremos en el Cabaco, una ruta hermosa donde las haya. Desde lo alto, es su espacio conventual divisaremos gran parte de la provincia y deberemos deambular para ver todas las orientaciones al paisaje.

En la base de la Peña de Francia, en la localidad del Casarito, hay un conjunto de castaños que también merecen una parada. Impresiona y mucho encontrarse con árboles, en este caso castaños, que superan los trescientos años de vida. Son seres de gran envergadura, con un aspecto muy robusto fruto del uso que se les ha dado en el pasado. De ellos no sólo se obtenían las castañas, sino que se aprovechaban sus puntales, sus grandes ramas, para la construcción. Las casas de esta sierra presentan grandes vigas que proceden de estos árboles, y cuando observas las alturas que alcanzan las construcciones y el peso que deben soportar, eres consciente de la fortaleza de estos árboles y el cuidado con el que se trabaja cada uno.

Desde la Peña de Francia es muy sorprendente la bajada hasta el pueblo de Monsagro, una población conocida por sus fósiles. Monsagro tiene sus calles decoradas con lo que los vecinos llamaban “las piedras bonitas”. A los pastores del lugar les llamaban la atención y las bajaban en burros del alto del Pico Copero. Con el paso del tiempo, los investigadores desvelaron que se trataban de crucianas, las huellas fósiles que dejaban unos seres marinos, los trilobites, hace más de 480 millones de años. Hoy podemos visitar el Museo de los Mares Antiguos, en el que ha colaborado la Universidad de Salamanca y hacer a su vez la ruta de sus calles. Pero este pueblo ofrece más, tiene 30 eras ubicadas en terrazas, donde se trillaban aprovechando los llanos escalonados que generaron sus habitantes en las laderas. Existe también la posibilidad de recorrer la Reserva Natural Fluvial del Alto Agadón, con un agua transparente, fría pero agradable, que nos va a llevar al encuentro de antiguos acebos, tejos y abedules.

Monsagro | Monsagro

Los Caminos del Arte

En la Sierra de Francia puedes pasarte más de una semana con una actividad diferente cada día, por ejemplo, conociendo una singular red de rutas: los llamados Caminos del Arte. Son cuatro caminos muy sugestivos que conforman una original propuesta de turismo activo. El paseante se va a sorprender por las obras de arte instaladas en cada itinerario: jaulas sobre el valle, sirenas junto al arroyo, plumas de bronce, asteroides perdidos en una ermita, puertas en el campo, piedras cosidas o camas orgánicas.

Sus nombres ya nos evocan que estamos ante un iniciativa diferente. Son el Camino de los Prodigios, entre Miranda del Castañar y Villanueva del Conde; el Asentadero-Bosque de los Espejos, que une Sequeros, Las Casas del Conde y San Martín del Castañar; el Camino de las Raíces, en torno a La Alberca; y el Camino del Agua, que discurre entre Mogarraz y Monforte de la Sierra. El trazado de todos ellos es circular, y la longitud varía entre siete y diez kilómetros. Todos son diferentes, y tienen una atmósfera muy medieval, con los firmes empedrados en muchas ocasiones y los muros de piedra que custodian los caminos, Muy recomendable.

Raúl de Tapia en el especial Gente Viajera desde Casa Lis, Salamanca | Víctor Herranz