La viruela del mono puede generar graves consecuencias para la salud ocular. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la erupción cutánea que se da con esta enfermedad puede propagarse en el 20% de los casos a la conjuntiva, la membrana que recubre la parte blanca del ojo. Además, tal y como recoge un estudio de The Lancet, estas complicaciones pueden producir inflamación de la córnea, llamada queratitis.
Tal y como recoge el Instituto Oftalmológico Fernández-Vega, “esto se debe a que la córnea forma junto a la conjuntiva la superficie ocular, es decir, la primera capa de defensa del ojo. Por esta relación, y al ser ambas la primera envoltura del globo ocular, muchas veces se afectan de forma conjunta, como es el caso de la viruela del mono”, explica el Dr. Luis Fernández-Vega Cueto-Felgueroso, de la unidad de córnea y cristalino del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega. “La queratitis -añade- es una inflamación que puede derivar en molestias oculares y también en pérdidas importantes de la agudeza visual, de hecho, puede acabar en ceguera”.
Además de las infecciones por virus, como el de la viruela símica, la queratitis puede producirse por bacterias, hongos y protozoos, sequedad ocular, irritaciones por agentes físicos y químicos (incluidos las radiaciones ultravioletas y el uso de lentes de contacto) y procesos alérgicos. Casi siempre estas queratitis son superficiales, pues afectan a las capas más externas de la córnea.
Entre los síntomas más comunes, además de la alteración de la agudeza visual, están el dolor agudo y la irritación, que pueden llegar a producir dificultad a la hora de parpadear. “También suelen ser habituales los ojos rojos, el picor ocular, el lagrimeo excesivo y, en muchas ocasiones, la fotofobia, es decir, el exceso de sensibilización a la luz”, indica la Dra. Pilar Quiroga, oftalmóloga del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega.