Los farmacéuticos recuerdan que la falta de hierro es la causa más común de la anemia
Las pérdidas hemorrágicas asociadas a la menstruación pueden hacer de esta enfermedad un problema persistente; además, en el embarazo la anemia aumenta el riesgo de complicaciones y de problemas en el desarrollo fetal.
Las anemias constituyen un heterogéneo grupo de enfermedades de elevada prevalencia a nivel mundial, siendo su causa principal el déficit de hierro. Se estima que alrededor de una cuarta parte de la población –2.000 millones de personas– sufre anemia en cualquier grado de severidad, estando el déficit de hierro detrás de más de la mitad de los casos.
Entre los grupos demográficos en que las anemias tienen mayor prevalencia se encuentran las mujeres en edad reproductiva.
Las pérdidas hemorrágicas asociadas a la menstruación pueden hacer de esta enfermedad un problema persistente; además, en el embarazo la anemia aumenta el riesgo de complicaciones y de problemas en el desarrollo fetal. Otro grupo de riesgo son los niños y adolescentes, porque presentan unas necesidades incrementadas de hierro como consecuencia de los requerimientos fisiológicos para el desarrollo físico y cognitivo que se produce en estas edades. Solo estos dos grupos se estima que suman más de 800 millones de afectados en todo el mundo por anemia.
Sin embargo, tal y como recoge Portalfarma, a pesar de que el déficit de hierro es la principal causa de anemia a nivel mundial y también en países como España, la anemia puede estar ocasionada por múltiples factores:
Déficits vitamínicos (de vitamina B12 y ácido fólico, principalmente); enfermedades crónicas, sobre todo las que cursan con inflamación, como el cáncer, tanto por el curso de la propia enfermedad como por efecto del tratamiento quimioterápico; determinados defectos congénitos; la exposición a tóxicos como el alcohol y metales pesados.
Nos encontramos ante una enfermedad en la que el farmacéutico puede desempeñar una labor clave tanto en su detección precoz, como en la optimización del tratamiento farmacológico y el asesoramiento nutricional. Ante la sospecha de un paciente anémico, el farmacéutico debe tener en mente los principales síntomas que este puede presentar, como son la debilidad muscular, la tendencia a la fatiga, la falta de apetito, molestias gastrointestinales (vómitos, náuseas, diarrea, estreñimiento), dolores de cabeza, vértigos, acúfenos, palidez, palpitaciones o taquicardia.