A pesar de que sabemos nuestro número de calzado, en ocasiones nos cuesta decidir si verdaderamente nos sienta bien.
Hay zapatos más estrechos, afilados, de diferentes materiales, con o sin tacón... y todo esto influye a la hora de conseguir que el calzado nos siente como un guante.
No obstante, más que un número específico, lo verdaderamente importante y en aquello en lo que nos debemos fijar cuando nos probamos un nuevo calzado es la comodidad, ya que nuestros pies soportan todo el peso de nuestro cuerpo. Además, los huesos, articulaciones, nervios y ligamentos que los componen, hacen que debamos extremar aún más las precauciones.
Los problemas comienzan cuando nos probamos el calzado en la tienda y, al empezar a caminar, sentimos que nos presionan determinadas zonas del pie, haciendo que suframos con cada paso.
Debido a que el zapato debe proteger el pie y no torturarlo, debe reunir una serie de características fundamentales:
Lo primero en lo que debemos fijarnos es en que el pie entre en el zapato sin realizar un gran esfuerzo. Después, lo óptimo es caminar con el objetivo de ver si nos encontramos cómodos con él y que no nos hace rozadura en ningún sitio, ya que a la larga puede favorecer los indeseados juanetes o callos.
Además, los dedos del pie deben tener cierta libertad. Por lo tanto, y para evitar indeseables sorpresas, es recomendable probarse los zapatos a última hora del día, cuando nuestros pies están más hinchados.
Acto seguido, resulta fundamental comprobar si la talla se adapta a nuestro pie. ¿Y cómo? introduciendo el pie en el calzado y, con los cordones desatados, empujar el pie hacia delante. Posteriormente, tenemos que introducir el dedo índice en la parte posterior.
Si lo hacemos de forma sencilla, sin apenas tener que presionar, sabremos con total certeza que hemos dado con el número correcto.
Como excepción, si se trata del calzado de montaña, debemos sumarle entre medio centímetro y uno más a ese número para que, en las bajadas, los dedos presionen contra la puntera de la bota.
Aunque puede parecer exagerado, el simple hecho de no usar un calzado de tu talla puede acarrear diversos problemas de salud: