Julia Faustyna es una joven polaca que se dio a conocer hace unas semanas al afirmar que era la niña británica Madeleine McCann, desaparecida en 2007 en el Algarve portugués mientras pasaba unos días de vacaciones con sus padres.
La joven abrió un perfil de Instagram (@iammadeleinemccann) en el que publicaba vídeos y fotografías comparando rasgos físicos que tenía la pequeña y que ella también tiene, así como parecidos con los padres de la niña. En poco tiempo, la joven se hizo mundialmente conocida y su cuenta llegó a alcanzar el millón de seguidores.
Hasta hace poco, la joven vivía con sus padres en la ciudad polaca de Wroclaw, de la que huyó con su representante, la médium e investigadora Fia Johansson, rumbo a Estados Unidos para seguir en su empeño de demostrar que es la pequeña Maddie. No obstante, sus padres han asegurado que la joven únicamente quiere ser famosa y las autoridades polacas han cerrado la investigación sin darle credibilidad.
A pesar de que la familia de la joven dice que en su fuero interno, Julia "sabe que no es Maddie", ella se ha realizado la prueba de ADN, que aún no ha arrojado resultados, y ha aportado la que, según ella, sería la prueba que confirmaría su identidad.
En una información publicada por el diario Clarín que remite a una entrevista de la joven en Radar Online, Julia envía un mensaje a Kate McCann, la madre de la pequeña: "Quiero decirle algo: escuché una canción que le cantaste a tu hija Madeleine. Cuando escucho tu voz, de películas o entrevistas, siento que realmente conozco esta voz, tu voz. Realmente creo que podría ser Madeleine".
En la misma entrevista, Julia Faustyna también se mostró decidida a ayudar a otras víctimas de abusos sexuales afectadas por un trauma que, según ella, no puede ser objeto de vergüenza. La joven explicó que había tomado esta decisión después de confrontar al hombre que supuestamente había abusado de ella cuando era niña en Polonia.
"Mi objetivo es ayudar a los niños, adolescentes y adultos que vivieron un trauma. No sólo el abuso sexual, sino cualquier tipo de violencia en su niñez o en su vida", afirmó, porque "no hay que sentirse avergonzado. No es nada vergonzoso. Es tu abusador el que debería estar avergonzado".