Hasta hace unas semanas, las monjas clarisas eran sinónimo de buena gastronomía por sus conocidos dulces. Un aspecto que pasó a segundo plano el día 13 del pasado mes de mayo. En esa fecha, las religiosas del convento de Belorado, en Burgos, emitieron un comunicado en el que hacían pública su intención de romper con la Iglesia Católica para ser tuteladas por la Pía Unión Sancti Pauli Apostoli.
El escrito firmado por la abadesa de la comunidad, sor Isabel de la Trinidad, compartía un Manifiesto Católico de 70 páginas en el que dejaban claro su decisión de situarse "bajo la tutela y jurisdicción de Pablo de Rojas Sánchez-Franco", un católico excomulgado en julio de 2019 y fundador de la secta Pía Unión de San Pablo Apóstol. En la misma nota, las religiosas negaban su apoyo al Papa Francisco y no reconocen a todos sus predecesores hasta Pío XII, fallecido en 1958.
Según los capellanes de las monjas y los obispos de las diócesis implicadas (Burgos, Bilbao y Vitoria) todo obedecía a una operación inmobiliaria promovida por el excomulgado De Rojas en connivencia con la abadesa y sin el apoyo de todas las religiosas.
La razón inicial que parecía motivar esta decisión era la negativa de Roma a concederles la "licencia de venta del convento de Derio". Las monjas acusaban a la Iglesia y en particular a los obispos de Burgos y Bilbao, de impedir esta transacción que les proporcionaba la liquidez necesaria para comprar el convento de Orduña y compensar la inversión millonaria realizada en él para arreglar el tejado tras alcanzar un acuerdo de compra con sus titulares.
El abono comprometido nunca llegó y estas, presionadas por los obispos, según la abadesa de Belorado, rompieron el pacto, dejando a la comunidad sin inmueble y con deuda.
Para la venta de Derio, según el Derecho canónico, es obligatorio el visto bueno de la Santa Sede, dado lo elevado de la cuantía.
El arzobispo de Burgos, Mario Iceta, en su momento, confesó haberse sorprendido al recibir la noticia "pensaba que era fake", dijo ante los micrófonos de Onda Cero junto a Carlos Alsina.
A continuación, pudo hablar con la vicaria, Sor Paz, quien le confirmó su abandono de la Iglesia católica "por unanimidad". "Telefoneé tres veces al teléfono personal de la abadesa, pero no conseguí hablar con ella", explicaba Iceta.
Poco después, las monjas clarisas informaban a través de sus redes sociales de que no se iban de la Iglesia, y afirmaban no estar "secuestradas" como aseguraban algunos críticos con su decisión.
Ante tal situación, el Vaticano nombró a Iceta 'comisario pontificio', lo que suponía otorgarle poder total sobre los monasterios, en la toma de decisiones tanto administrativas y de vida religiosa como patrimoniales, incluida la representación legal en el ámbito civil.
Pese a ello, ha pasado un mes y todo continúa igual. Hoy conocíamos la noticia de que que las monjas de Belorado tomaban la decisión de no personarse ante el Tribunal Eclesiástico donde estaban citadas este viernes. A través de un burofax ratificaban su decisión "unánime e irreversible" de abandonar la Iglesia Católica.
Por un lado, está el caso de la exabadesa sor Isabel de la Trinidad, cuyo mandato concluyó el pasado 29 de mayo y que fue quién firmó el Manifiesto Católico en el que las clarisas de Belorado dejan de reconocer a la Iglesia conciliar.
Junto a ella se encuentra, sor Sion y sor Paz, quienes denunciaron al arzobispo de Burgos, Mario Iceta por abuso de poder, usurpación de representación legal y vulneración del derecho de libre asociación. Las tres hermanas debían haberse presentado ante el Tribunal Eclesiástico el pasado domingo, pero pidieron que el plazo se extendiera hasta hoy.
El Tribunal Eclesiástico quiere que el resto de hermanas, una por una, se retracten o no de su salida de la Iglesia conciliar, pero al no haber acudido a la llamada del Tribunal, se enfrentaran también a la excomunión.