El número de muertes registradas por el Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo) del Instituto de Salud Carlos III ha calculado 510 muertes entre el 10 y el 16 de julio por la ola de calor. En este contexto, es fundamental recordar que las altas temperaturas suponen un riesgo para la salud y es importante extremar las precauciones.
Un golpe de calor se produce cuando el cuerpo es incapaz de controlar su temperatura porque los mecanismos de termorregulación son incapaces de hacerla descender.
La Clínica Mayo recoge que un golpe de calor puede poner en riesgo la vida si se producen daños cerebrales y en otros órganos vitales. Asimismo, también asegura que puede producirse sin necesidad de que se haya dado otro tipo de afección relacionada con el calor (agotamiento por calor). Por esto, conocer sus síntomas y reaccionar a tiempo puede salvar vidas.
Antes de nada, si se sospecha un golpe de calor, se debe llamar al 112 para evitar sus graves consecuencias. Mientras se espera, se debe apartar al afectado del calor llevándole a una zona de sombra o a un cuarto sin luz.
Para bajar la temperatura se debe aplicar frío: en una bañera, una ducha con agua fría, con toallas húmedas sobre la cabeza, el cuello, las axilas y la ingle o abanicando mientras se le rocía con agua. Si la persona se encuentra consciente, la Clínica Mayo recoge que debe ofrecérsele agua fresca o una bebida deportiva evitando bebidas con alcohol o cafeína.
En caso de que la persona pierda el conocimiento o no muestre signos de circulación (respiración, tos, movimiento), la clínica recomienda comenzar la reanimación pulmonar.
Un golpe de calor se puede prevenir tomando medidas como estas: