¿Es la fidelidad antinatural? Esto dice la ciencia sobre las palabras de Juan del Val a Tamara Falcó
Durante la tertulia en 'El Hormiguero', Juan del Val abrió un debate con Tamara Falcó sobre si la infidelidad es o no inherente al ser humano. Conoce qué dice la ciencia sobre el cerebro humano y la monogamia.
La infidelidad de Íñigo Onieva a Tamara Falcó tras anunciar su compromiso ha sido la noticia de la semana. Todos los medios de comunicación se han hecho eco de los 'cuernos' a la marquesa de Griñón, y el pasado jueves en 'El Hormiguero' (donde colabora habitualmente), la propia Tamara explicó cómo se sentía tras enterarse de la traición de su ya ex novio.
Durante la tertulia del programa, Tamara se desahogó con sus compañeros de mesa contando todo lo que había vivido durante estos últimos días. Habló de cómo lo ha llevado su familia y de cuáles son sus planes de futuro. Sin perder el sentido del humor, Tamara también reconoció que "se ha liberado" y agradeció el apoyo de sus amigos en estos duros momentos.
En los últimos minutos de la tertulia , Juan del Val dio su opinión sobre lo sucedido y abrió un debate sobre la fidelidad en las relaciones amorosas que, por falta de tiempo, no terminó de desarrollarse. El escritor aseguró que la fidelidad es "algo antinatural" y argumentó que existen muchos estudios científicos que así lo demuestran.
La infidelidad en datos
Y ¿qué es lo que dice la ciencia sobre la monogamia? ¿Está el cerebro programado para la fidelidad sexual? Existe la creencia de que la monogamia es algo natural en el ser humano, todos buscamos nuestra media naranja y, cuando la encontramos, esperamos que el enamoramiento dure para siempre. Sin embargo, las estadísticas demuestran que la infidelidad en las parejas es algo más común de lo que pensamos.
Según el informe 'Infidelidad y evolución de las relaciones no monógamas en España y Europa', realizado por la consultora Yougo para Gleeden, una plataforma de encuentros fuera del matrimonio, el 42% de los hombres españoles ha sido infiel alguna vez frente al 31% de las mujeres, aunque en los últimos años la cifra de mujeres infieles se están incrementando mientras la de hombres tiende a la baja. Además, normalmente, estas aventuras se ocultan, tanto a la pareja como a la sociedad.
Otros estudios, entre ellos uno publicado por la American Sociological Associaton, han demostrado que la infidelidad no está directamente relacionada con la insatisfacción del día a día.
Belén Tomé Ayala, psicóloga especialista en investigación y divulgación científica en CogniFit, ha trabajado en el sector salud-investigación y en el área de evaluación y estimulación cognitiva. En una entrevista en EFE, explica que para entender por qué somos infieles lo primero que debemos entender es que las relaciones ya no son como antes, y tienen cabida formas más abiertas de amar.
El modelo de matrimonio basado en el amor y la "realización" personal lleva instaurado en nuestra sociedad menos de 200 años, ya que hasta esa fecha, las relaciones monógamas no eran más que una forma de supervivencia o de "negocio" que buscaba preservar la riqueza de las familias.
"Hace dos siglos, era prácticamente imposible vivir individualmente, pero hoy sí lo es. Por primera vez, el matrimonio y las relaciones centradas en la monogamia no son necesarias, por lo que podríamos considerar que con este modelo de monogamia basado en el amor romántico estamos viviendo una especie de experimento social. Si el matrimonio actual está basado en algo tan frágil y variable como el amor romántico, ¿no podríamos asumir también que es inestable?", se pregunta la psicóloga.
Bioquímica del amor
Tomé Ayala explica que nuestro cerebro no entiende la atracción sexual y el amor como un “todo”. Diferentes estudios han probado que los circuitos neuronales que activan el deseo sexual se encuentran en una región del cerebro llamada “ínsula anterior” y, otro mecanismo diferente situado en la “ínsula posterior” es el que, de alguna forma, responde a los sentimientos del amor y nos permite seleccionar a la persona con la que queremos “comprometernos”.
"Nos han contado que, en una relación de pareja, el deseo sexual y el enamoramiento van siempre de la mano, pero la realidad es que nuestro cerebro tiene dos detonantes diferentes para cada uno de ellos", señala.
Helen Fisher, una de las antropólogas que más ha investigado sobre la bioquímica del amor, examinó el cerebro de diferentes parejas: unas en fase de enamoramiento, y otras estables o consolidadas/comprometidas. Estos fueron los resultados:
- Fase de enamoramiento, atracción o deseo sexual: El cerebro libera dos estimulantes muy potentes: la dopamina (sustancia relacionada con la euforia y motivación) y la norepinefrina (similar a la adrenalina). Son sustancias químicas que activan nuestro cerebro de la misma forma que podría hacerlo la cocaína. Este cóctel químico nos ayuda a detectar recompensas (una relación sexual) y a actuar para conseguirlas. En este estado, experimentamos sentimientos exaltados que nos llevan a obsesionarnos con la otra persona.
- Fase de estabilidad (relaciones consolidadas): En las personas que ya están en una relación de compromiso, lealtad y exclusividad donde se mantiene el deseo erótico, pero la fogosidad se transforma en un sentimiento más relajado, el cerebro libera oxitocina y endorfinas. Sustancias que nos hacen sentirnos relajados y en un estado de bienestar, confianza y cariño. La atracción física va disminuyendo a medida que dejamos de liberar dopamina.
La dopamina, ¿culpable de la infidelidad?
Algunas personas pueden sentirse desilusionadas al percibir cómo la pasión sexual decae a medida que la relación avanza. Y ven en la infidelidad una forma de recuperar “la chispa” y experimentar de nuevo esa euforia sin romper esa relación sentimental estable en la que se es feliz.
Con el sexo liberamos dopamina y esta sustancia tiene la capacidad de producir experiencias de placer mucho más intensas de las que nos proporcionan las conductas típicas de nuestro día a día.
Es probable que la búsqueda de activación de este sistema de recompensa esté relacionada con la infidelidad. De hecho, investigadores de la Universidad de Binghamton, Nueva York, revelaron que los receptores de la dopamina (DRD4) podrían ser la causa de la infidelidad.
¿Vamos hacia el poliamor?
Aunque la monogamia y el amor en exclusividad sexual sigue siendo la conducta con más adeptos, cada vez más personas defienden o practican otra forma más abierta de entender las relaciones sentimentales. Y aparecen nuevas tendencias que proponen un modo diferente de entender la fidelidad. Uno de ellas, es el poliamor, un modelo de relación de más de dos personas al mismo tiempo, en la que se vive el amor y el compromiso de forma más abierta y consensuada.
Si las relaciones amorosas no son como nos contaron, "¿por qué nos empeñamos en negar la evidencia? ¿El sexo tiene siempre que implicar amor? ¿Tiene el amor que implicar siempre fidelidad sexual a una única persona? Parece que el futuro puede apuntar hacia a unas relaciones sentimentales más abiertas. Nuestro cerebro no está programado para la fidelidad sexual porque es posible que se trate de un condicionamiento cultural modificable", concluye la psicóloga.