A menudo, en las zonas costeras las fuertes rachas de viento provocan cambios en las corrientes marinas. Uno de los riesgos más comunes a la hora de bañarse en el mar es quedarse atrapado en una corriente y no poder volver a la orilla.
En ocasiones, esto se queda en un susto para el bañista, pero otras muchas veces la situación puede acabar en tragedia. Por ello, conviene conocer cómo se debe actuar ante las corrientes y los pasillos de resaca que éstas forman en el agua.
Este tipo de corrientes son flujos de agua que se producen perpendicularmente desde la orilla y se dirigen mar adentro. Se trata de corrientes succionadoras y, al contrario de lo que puede parecer, no ocupan todo el ancho de la playa, sino que forman unos 'pasillos' por los que el agua de la ola que rompe en la orilla vuelve al interior del mar más rápidamente.
Los pasillos de resaca actúan como un 'desagüe' de la playa, una especie de vía rápida por donde la ola vuelve y arrastra con su fuerza hacia el interior cualquier persona u objeto que se encuentre por delante.
Además, en muchos casos las olas en estos pasillos de resaca son casi inexistentes, por lo que desde fuera se cree que el mar está en calma y es ideal para el baño. Pero no, se trata de las zonas de mayor riesgo.
La Guardia Civil ha querido poner el foco en este fenómeno, advirtiendo a los bañistas del desconocido peligro de los pasillos de resaca.
Lo primero y más importante es no entrar en pánico y perder la calma porque si no, será complicado mantenerse a flote. Dejarse llevar por los nervios sólo hará que realicemos movimientos bruscos y rápidos y nos agotemos más fácilmente.
Además, nunca debemos nadar en contra de la corriente. Lo mejor es nadar en paralelo a la playa a través de la corriente y, después, continuar nadando hacia la orilla.
En el caso de no tener la resistencia y capacidad física para nadar esos metros, es preferible intentar flotar, recuperar el aliento y pedir ayuda con las manos.