La tos es un mecanismo de defensa que tiene nuestro organismo para eliminar agentes externos y uno de los síntomas más evidentes de las infecciones respiratorias.
Después de un catarro banal con síntomas leves, como mocos, dolor de garganta, carraspera o lagrimeo, es frecuente que la tos sea el último de los síntomas en desaparecer pero esta debe mostrar una mejoría progresiva a medida que van pasando los días y lo que se espera es que vaya a menos.
Cuando la tos se prolonga en el tiempo después de un proceso de infección respiratoria leve, esta es aislada y no interfiere en nuestra vida diaria, no debemos preocuparnos inicialmente, siendo recomendable aplicar remedios caseros como la miel con limón, los caramelos mentolados o la ingesta de líquidos que ayuden a aliviar la molestia.
En el caso de que la tos persista hay que estar atentos a otros síntomas que sí son preocupantes. Si va acompañada de sensación de ahogo, fiebre alta, abundante expectoración de aspecto turbio, de auto escucha de ruidos respiratorios pulmonares o nos impide el descanso, se debe consultar al médico o especialista, que será el que haga una aproximación diagnóstica y nos plantee, en caso de ser necesario, el tratamiento con medicamentos más conveniente y su duración.
Hay que tener en cuenta que estos fármacos, mucolíticos, broncodilatadores, antitusivos o antibióticos, se deben usar siempre con precaución y con prescripción médica y que no se deben cronificar en el tiempo.
Con todo, es importante saber que la tos es en ocasiones un mecanismo de defensa de nuestro organismo en el que no siempre conviene interferir.