El juez que investiga el caso de Silvia Idalia, la mujer que falleció el pasado fin de semana después de permanecer tres meses grave tras someterse a una operación estética, ha citado como investigado a un nuevo médico de la clínica CEME que la atendió tras la intervención.
El letrado de la familia de Silvia, Francesc Jufresa, ha confirmado este miércoles esta nueva imputación en la causa, adelantada por el diario "El Español", y que se suma a los dos médicos que ya declararon como investigados. También está investigada la propia clínica.
Jufresa ha detallado que se trata de un médico que "participó, o más bien no lo hizo, en el postoperatorio", en referencia a la falta de atención que entienden que sufrió la mujer, que tras someterse a una triple operación el pasado 29 de abril tras la que sufrió una infección por la que finalmente fue trasladada grave al hospital La Paz una semana después.
Fue sedada para mantenerla en coma y, tras mejorar durante unos días y rebajarle la sedación, falleció el pasado domingo.
Desde su fallecimiento el Juzgado de Instrucción número 46 ha pasado de investigar un posible delito de lesiones imprudentes a investigar un posible homicidio imprudente, han confirmado fuentes jurídicas.
Los abogados de Silvia presentaron hace unas semanas en el juzgado una ampliación de la denuncia inicial referida a Silvia Idalia en la que incluyeron a diecinueve posibles afectados más por negligencias en la clínica CEME, ya que se trata de casos similares, en los que la vida de algunos afectados se vio en riesgo, recuerdan.
Ahora se plantean pedir que se reabra el caso de otra persona que falleció hace dos meses tras someterse a una operación en la misma clínica, y que inicialmente fue archivado, al considerar que hay indicios de delito por parte de la empresa médica.
Por su parte la clínica CEME, que siempre ha defendido que la atención a la paciente fue la correcta, presentó recientemente ante el juzgado un informe de parte firmado por el jefe de Enfermedades Infecciosas del Ramón y Cajal, que descarta una posible mala praxis, porque Silvia no contrajo la bacteria que le provocó la grave infección en el entorno hospitalario, sino que procedió "de la microbiótica (flora) de la propia paciente", y fue atendida de forma adecuada y constante en la operación y después.