La sandía es una de las frutas más populares durante los meses de calor, no solo por su sabor refrescante, sino también por sus múltiples beneficios para la salud.
Con un contenido de agua cercano al 92%, la sandía se convierte en una opción ideal para mantenerse hidratado durante el verano, a la vez que aporta un bajo contenido calórico y pocos azúcares, lo que la hace adecuada para quienes deben cuidar su consumo de azúcar o su peso.
Una de las características más destacadas de la sandía es su capacidad de hidratar gracias a su elevado contenido en agua. Esto, sumado a sus escasas 20 kcal por cada 100 gramos de porción comestible, la convierte en un alimento ligero y refrescante
A pesar de su sabor dulce, la sandía apenas contiene un 5% de azúcar, lo que la diferencia de otras frutas con mayores índices de azúcares y fibra.
Además, la sandía es rica en minerales como el potasio, y en vitaminas como la vitamina C y la provitamina A, representada por los carotenoides que le otorgan su característico color rojo. Estos compuestos actúan como antioxidantes, ayudando a combatir los radicales libres y protegiendo las células del organismo.
Incluir la sandía en la dieta diaria puede ser una excelente manera de mantenerse hidratado y disfrutar de un postre natural y bajo en calorías. Esto es especialmente útil para quienes buscan alternativas más saludables a los postres azucarados como lácteos, helados o bollería.
Elegir una buena sandía puede ser todo un reto, pero con algunos consejos básicos es posible seleccionar la mejor pieza. Lo ideal es comprarlas en su temporada, que va de mayo a principios de septiembre, y preferir las de producción nacional por su sostenibilidad.
A la hora de elegir, es recomendable escoger sandías cuya corteza esté firme y sin zonas blandas, evitando aquellas con grietas o golpes. También es importante fijarse en el pedúnculo, que debe estar fresco y no demasiado seco.
En casa, una sandía entera puede mantenerse a temperatura ambiente durante varios días, siempre que se eviten zonas de calor intenso o luz solar directa. Una vez abierta, lo ideal es refrigerarla rápidamente, cubriéndola con film transparente para prevenir la absorción de olores no deseados. Dentro del frigorífico, es mejor colocarla en la parte menos fría.