Hoy se cumplen ocho meses desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania. 243 días después, Vladimir Putin ha fracasado en el control total del país y su objetivo militar se centra ahora en anexionar las regiones prorrusas del este de Ucrania.
En los últimos días las autoridades rusas están denunciando que Ucrania planea atacar las zonas ocupadas con una "bomba sucia" y culpar a los rusos de su uso.
Este tipo de artefacto explosivo es una bomba nuclear "sucia" capacitada para dispersar material radiactivo. Aunque su fuerza destructiva es menor al de un arma nuclear diseñada con este propósito específico, la "bomba sucia" representa una grave amenaza por su carácter altamente contaminante.
Rusia ya había expresado previamente su temor ante esta situación al acusar a Kiev de intentar convertir la planta nuclear de Zaporiyia en una "bomba nuclear sucia" a través de constantes ataques contra las instalaciones y sus alrededores, de los cuales Kiev y Moscú se culpan mutuamente.
Por otro lado, Estados Unidos considera falsas las acusaciones rusas y, sin embargo, Volodímir Zelenski recuerda a la comunidad internacional que cuando Putin acusa de algo a otros, es en realidad él quien planea actuar de tal forma.
"Si Rusia llama y dice que Ucrania está preparando algo sólo puede significar una cosa: Rusia lo tiene todo ya todo preparado. Creo que ahora el mundo debe reaccionar con la mayor dureza posible", ha comunicado el presidente ucraniano.
En el frente de guerra, Rusia está tratando de reforzar sus líneas defensivas para encarar en mejor situación el invierno y las bajas temperaturas mientras continúa atacando centrales eléctricas y las reservas de combustible en Ucrania.
El refuerzo de las zonas ocupadas se está llevando a cabo con reservistas rusos que ante la mala calidad de las armas y la falta de entrenamiento, amenazan con amotinarse.
Kiev, por su parte, insiste en pedir a los ciudadanos que hagan un consumo responsable de la energía para asegurar el suministro de cara al invierno.