La Iglesia católica ha vuelto a ser el centro de la polémica por sus doctrinas arcaicas. Esta semana, el Papa Francisco afirmó durante una entevista concedida a la agencia Associated Press que "ser homosexual no es un delito, pero sí es pecado".
Sus declaraciones causaron gran revuelo entre la comunidad LGTBI y numerosos colectivos mostraron su desacuerdo con unas creencias desactualizadas con la mentalidad de una gran parte de la sociedad actual.
El Papa Franscisco, en un intento de corregir sus palabras, ha subrayado que, para la moral de la doctrina católica, los actos homosexuales son un pecado "como lo es todo acto sexual fuera del matrimonio".
En una una carta remitida al sacerdote James Martin, jesuita estadounidense que desarrolla su apostolado entre personas LGTBI, Francisco ha aclarado su posición en la que se refiere como pecado a los "actos homosexuales" y no a la condición homosexual en sí.
Del mismo modo, ha indicado que "hay que considerar también las circunstancias, que disminuyen o anulan la culpabilidad". "Sabemos bien que la moral católica, además de la materia, valora la libertad, la intención; y esto, para todo tipo de pecado", ha dicho.
Por último, Francisco ha insistido en que la homosexualidad no puede ser considerada como un "delito" porque "toda criminalización no es buena ni justa".
En este momento hay más de 50 países que contemplan penas legales para los homosexuales y en algunos de ellos incluso la pena de muerte.