ATENTADO TERRORISTA

Las claves del ataque terrorista en Moscú, el atentado más grave en la Rusia contemporánea

El saldo mortal podría aumentar "considerablemente" en las próximas horas, ya que los equipos de rescate siguen buscando cadáveres.

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ondacero.es | Agencias

Madrid |

Imagen de un miembro de las fuerzas de seguridad rusas en el lugar del ataque (Moscú) | Reuters

El ataque perpetrado el viernes contra una sala de conciertos en las afueras de Moscú es el atentado terrorista más grave en territorio ruso desde la matanza de Beslán (2004).

Más de un centenar de muertos

Más de cien personas murieron en el ataque ocurrido el viernes en torno a las 20.00 hora local (17.00 GMT) antes de un concierto en la sala Crocus City Hall de la ciudad de Krasnogorsk, en el noroeste de Moscú.

Las autoridades admiten que el saldo mortal podría aumentar "considerablemente" en las próximas horas, ya que los equipos de rescate aún están buscando cadáveres entre los escombros del edificio, donde aún no ha sido extinguido el incendio.

Cuatro hombres armados con fusiles automáticos y explosivos

Según el Servicio Federal de Seguridad (FSB), cuatro hombres armados con fusiles automáticos, explosivos y bombas incendiarias perpetraron el brutal ataque.

Los atacantes pudieron huir, pero fueron hoy detenidos junto a otras siete personas en una carretera de la región de Briansk, fronteriza con Ucrania. Tras ofrecer resistencia, algunos de los detenidos resultaron heridos.

De acuerdo con los servicios de seguridad rusos, los terroristas pretendían cruzar la frontera hacia Ucrania y mantenían "contactos" con representantes de ese país, que les habrían garantizado una escapatoria.

El Estado Islámico reivindicó el ataque

El grupo yihadista Estado Islámico reivindicó el tiroteo, según informó en Telegram la agencia Amaq, su órgano de propaganda.

Según los expertos, los yihadistas habrían decidido castigar a Rusia por su papel en la defensa del régimen sirio de Bachar al Asad, la liquidación de la guerrilla islamista en Chechenia y su decisión de cooperar con los talibanes, enemigos del Estado Islámico.

El último ataque yihadista contra territorio ruso tuvo lugar en 2017 contra el metro de San Petersburgo, donde murieron 17 personas y otras 64 resultaron heridas.

Políticos rusos han sugerido que Ucrania podría estar detrás del ataque, aunque Kiev lo ha negado categóricamente, refutación que fue respaldada por Estados Unidos.

Rusia reconoce que EEUU le avisó

Las embajadas occidentales avisaron el 8 de marzo sobre posibles atentados terroristas en aglomeraciones coincidiendo con las elecciones presidenciales del 15-17 de marzo, pero el presidente ruso, Vladímir Putin, descalificó esas advertencias.

De hecho, el día anterior el FSB dijo haber neutralizado en la provincia de Kaluga una célula del Estado Islámico que pretendía atentar contra una sinagoga en Moscú.

Los servicios de seguridad informaron el sábado a la agencia TASS que EEUU proporcionó esa información a Rusia, pero "tenía un carácter general, sin ningún dato concreto".

Putin imparte órdenes, pero mantiene silencio

Putin, que el jueves fue confirmado como presidente electo por un quinto mandato de seis años, ha realizado una declaración emitida por la web del Kremlin este sábado.

El presidente condenó el "bárbaro" atentado terrorista y clamó venganza contra los que encargaron dicho ataque, cuya autoría se atribuyó el Estado Islámico: "Todos los autores, organizadores y los que encargaron este crimen recibirán un merecido e inevitable castigo, sean quienes sean e independientemente de que los hayan enviado", dijo Putin durante una alocución televisiva.

Putin no especuló sobre los autores intelectuales del atentado, aunque sí mencionó que los cuatro terroristas detenidos intentaron huir a través de la frontera ucraniana.

"A los terroristas, asesinos y bestias, que no tienen ni pueden tener nacionalidad, les espera un funesto destino: venganza y olvido. No tienen futuro", comentó.

El atentado más grave desde Beslán

Este es el mayor atentado ocurrido en Rusia desde la matanza en la escuela de la localidad noroseta de Beslán, en la que murieron 334 personas, la mitad de ellos niños.

La escuela fue secuestrada en el primer día de clase por un comando checheno, que tomó a cerca de 1.200 personas como rehenes para exigir la retirada de las tropas rusas de Chechenia.

La improvisada operación de rescate acabó en tragedia, ya que los terroristas habían colocado explosivos en el edificio y las fuerzas de seguridad emplearon armamento pesado, lo que fue muy criticado por las madres de los escolares.

En cuando a Moscú, el último gran atentado tuvo lugar en 2011, cuando un terrorista suicida caucásico hizo explotar la bomba que llevaba adherida a su cuerpo en el aeropuerto internacional Domodédovo, dejando 37 muertos y 172 heridos.