Pedro Sánchez ha exigido que Israel no participe en el Festival de Eurovisión, alegando un "doble estándar" cultural respecto a la exclusión de Rusia en 2022. Sin embargo, esta demanda choca de lleno con los vínculos comerciales, especialmente militares, que España mantiene con el Estado hebreo.
Durante la clausura del acto de presentación del informe Los sectores culturales y creativos en España, Sánchez aprovechó su intervención para cargar contra la participación de Israel en Eurovisión 2024. “No podemos permitir dobles estándares en la cultura”, sentenció, al tiempo que envió un “abrazo solidario” tanto a Ucrania como al pueblo palestino. En su razonamiento, resulta incongruente que Rusia fuera expulsada del certamen tras la invasión de Ucrania, mientras que Israel siga compitiendo a pesar de la ofensiva militar sobre Gaza.
El festival estuvo marcado por una gran tensión entre RTVE y la Unión Europea de Radiodifusión (EBU), organizadora de Eurovisión, por los comentarios realizados durante la retransmisión sobre la presencia de la representante israelí. Aunque la cadena pública emitió un comunicado en defensa de la paz y el pueblo palestino, el televoto español otorgó sus 12 puntos a Israel.
Los vínculos entre España e Israel se reflejan en la parte comercial. Desde el inicio de la guerra en Gaza el 7 de octubre de 2023, España ha adjudicado 46 contratos con empresas israelíes por un valor superior a los 1.000 millones de euros, según el Centre Delàs de Estudios por la Paz. De esa cifra, al menos diez contratos estarían aún pendientes de formalizar, y suman más de 800 millones de euros en compras de armamento avanzado, como el sistema de lanzacohetes SILAM o los misiles antiaéreos Spike, desarrollados por las compañías Rafael y Elbit.
La presión de sus socios de Gobierno obligó a Sánchez a cancelar un contrato con la empresa IMI Systems LTD, para el suministro de munición a la Guardia Civil por valor de 5,4 millones de euros. Sin embargo, se trató de una maniobra tras las críticas de Sumar.
Pedro Sánchez ha afirmado que “se equivocan los que exigen un sector cultural mudo y equidistante”, reivindicando la cultura como un vehículo para defender valores como la democracia o la paz. Sin embargo, el mensaje pierde fuerza cuando se pretende convertir Eurovisión en un campo de batalla simbólica mientras se mantienen contratos militares activos con el mismo Estado cuya exclusión se exige. Voces como Antonio Maestre han criticado al presidente por defender que "Eurovisión haga lo que él no se atreve a hacer. Puede tomar medidas como Gobierno con sanciones incluso a nivel de la UE"