Los cadáveres de los subsaharianos, de nacionalidad no precisada, fueron encontrados por una patrulla de la Marina Real marroquí en las cercanías de Belyunech, en la frontera norte de Ceuta.
Tres compañeros suyos pudieron ser rescatados con vida por la misma patrulla de la Marina.
Se desconoce si los siete inmigrantes habían salido a nado desde la costa marroquí o eran náufragos de una patera, ya que en los veranos el tráfico de pateras aumenta en las costas del Estrecho de Gibraltar.
Pese al proceso de regularización abierto por el estado marroquí en 2014 y que permitió la legalización de casi 30.000 personas, un número considerable de subsaharianos lo han desestimado y han preferido permanecer escondidos en los bosques cercanos a Ceuta y Melilla para tratar de acceder a las ciudades españolas.
Los alrededores de Melilla fueron desalojados de inmigrantes ilegales a principios de año por la policía marroquí, pero no así los de Ceuta, donde los subsaharianos son visibles en las carreteras vecinas, desde las que suelen mendigar a los automovilistas.