Los conflictos en Ucrania y Oriente Medio obligan a las compañías aéreas a realizar viajes más largos, incrementando el precio de los billetes
Actualmente muchas de las directivas de los países a nivel mundial, obligan a las compañías aéreas a operar con unos vuelos más eficientes. Esto implica una inversión en motores más sostenibles, pero también les obliga a apostar por unos carburantes menos contaminantes, pero mucho más caros.
Madrid |
En el actual contexto geopolítico, persisten tres grandes zonas de conflicto: Ucrania, Oriente Medio y el Mar de la China Meridional. Una situación que obliga a cerrar el espacio aéreo que obliga cada vez más a las compañías aéreas a dar grandes rodeos, ampliando el recorrido y haciendo más escalas para conseguir llegar al destino. Esto lo que comporta son mayores gastos de combustible, una reducción en el número de pasajeros y por lo tanto, en el precio directo de los billetes.
Es una de las principales conclusiones de un informe elaborado por OBS Business School que analiza las claves de futuro en el sector aéreo comercial dirigido por el profesor Eduardo Irastorza, en el que se advierte que, si estas tensiones bélicas continúan creciendo, se corre el riesgo que este problema se acabe enquistando provocando graves problemas para muchas de estas compañías.
Todas estas circunstancias (el incremento de los recorridos por la situación geopolítica y el cambio de modelo a unos vuelos menos contaminantes) está provocando que compañías consideradas como low cost, como es el caso de Ryan Air, se estén planteando si este modelo es viable debido a los altos precios del combustible, que tienen una repercusión directa en el precio de los billetes, reduciendo así su ventaja competitiva respecto a las compañías convencionales.
Vuelos menos contaminantes, pero con un incremento de gasto para las aerolíneas
A día de hoy, la industria aeroespacial se está viendo abocada a la necesidad de responder con unas motorizaciones más limpias, una opción que ya viene abordando desde hace tiempo el sector de la automoción. Esta opción, está haciendo que las líneas aéreas apuesten por incorporar nuevos reactores más eficientes. Sin embargo, este proceso se prevé largo debido a que la crisis económica y geopolítica a la que nos enfrentamos no ayuda a las inversiones de un sector que no termina de recuperar los beneficios de los que gozaba antes de la pandemia en 2020.
Algunos gobiernos europeos ya están planteando fechas concretas para renovar las flotas aéreas, a la vez que establecen medidas disuasorias, como por ejemplo la polémica decisión adoptada por Francia, que hace un año optó por prohibir los vuelos cortos en el país, siempre que pudieran sustituirse por trenes con una duración de menos de dos horas y media.
El informe de OBS Business School considera que implementar el modelo francés tendría unas drásticas consecuencias en la economía y en el empleo, mientras que aún está por ver el impacto real en el aumento del CO2 por parte de los aviones. De ahí, que la Organización Internacional del Transporte Aéreo esté reclamando un estudio más riguroso de la huella medioambiental que dejan los trayectos aéreos.
Estados Unidos, ha liderado durante décadas, el mercado de los vuelos y pasajeros, debido a su enorme oferta de traslados interiores que les ha permitido alcanzar unos muy buenos resultados económicos. Un escenario similar es el que se vive en Europa, donde algunas de las capitales están a pocos cientos de kilómetros facilitando así un mercado europeo de viajes de media distancia. Una ventaja, la de los vuelos cortos, que también están desarrollando grandes superpotencias como China, India, Rusia o Brasil, países que están desarrollando vuelos internos.
Así, el mercado interno se está consolidando como uno de los principales aliadas de las compañías internacionales, sobre todo porque las estadísticas a las que hace referencia dicho informe señalan como “a los vuelos internacionales les ha salido un gran rival en el más modesto mercado local”.