Julia Navarro: "En esta ola de feminismo hay mucho 'adanismo'"
La escritora Julia Navarro presenta su último libro 'Una historia compartida', un viaje por algunas de las mujeres más extraordinarias a lo largo de la historia, y comenta en esta entrevista aspectos de actualidad como el feminismo ante el 8M o el error de la ley del 'Sólo sí es sí'.
Madrid | 07.03.2023 13:58
'Una historia compartida' es un viaje por algunas de las mujeres más extraordinarias a lo largo de la historia y que han servido de inspiración o de aprendizaje para la autora. Un viaje literario a través de los hombres que formaron parte de la vida de las mujeres que han dejado una huella en la historia de la literatura, la ciencia, la filosofía y el arte.
PREGUNTA.- ¿Cómo se ha enfrentado al solo hecho de tener que seleccionar entre tantas mujeres extraordinarias?
RESPUESTA.- Es un recorrido muy personal, son las mujeres con las que me he ido encontrando a lo largo de mi vida, a lo largo de mis lecturas y de mis viajes. Es una selección muy personal, yo creo que está esa famosa frase “somos lo que comemos”, pues también esta la de “somos lo que leemos”. Y lo que leemos nos va marcando, va conformando nuestro pensamiento, nuestras reflexiones. Mi abuela me enseñó a leer, pasé muchas tardes sentada a su lado leyendo, Me hacía leer los libros que a ella le gustaban, entonces hay muchos autores que yo fui descubriendo con ella. Sí me inculcó el habito de leer.
Las mujeres, a lo largo de la historia, han sido poco menos que una nota a pie de página. Pero -yo lo digo en el libro- la historia no se puede contar sin los unos y los otros, sin ellos y ellas porque todos estamos interrelacionados para bien y para mal. Ha habido mujeres que han podido conformar su biografía junto a hombres extraordinarios, o realmente malvados y al revés. Ahora vemos por ejemplo el ejemplo de lo que está sucediendo en Nicaragua y "tanto monta, monta tanto" en maldad el uno como el otro. Y los dos son una desgracia para su país decidiendo ellos qué ciudadanos son o no nicargüenses.
Yo no me siento reconocida en algunas leyes y postulados de la cuarta ola del feminismo
P.- Estamos ante un 8M muy especial, no exento de cierta crispación. ¿Cómo lo está viviendo?
R.- El 8 de marzo es un momento en el que el movimiento feminista español aparece claramente dividido, en España y en otros lugares. Hay una nueva generación que tiene una nueva manera de entender el feminismo y se está produciendo un desencuentro y un choque. Yo creo que las jóvenes, evidentemente, tienen derecho a decidir cómo quieren que sea el mundo que están habitando y cómo quieren que sea ese futuro, pero creo que el mundo no empieza con ellas. Yo creo que lo que pasa con esta ola de feminismo es que hay mucho "Adanismo". Ellas piensan que el feminismo es a partir de ellas y no, el feminismo empezó con el testimonio y la vida de muchas mujeres que dieron paso para ensanchar los límites de las libertades de las mujeres y del papel que podían jugar socialmente. Entonces, tú no puedes partir de cero, el año uno no es este. No se puede entender el feminismo sin las aportaciones que han hecho tantas y tantas mujeres, no ahora, sino a través de los siglos.
Es verdad que a partir del siglo XX, las mujeres empiezan a ensanchar esos espacios en la libertad y en el entorno social empieza a abrirse ese espacio y se ha avanzado más que en todos los siglos anteriores.
¿Qué está pasando con el movimiento feminista? Pues que existe esa división, existe esa forma de ver cómo luchar y cuáles son los objetivos a conseguir. Yo me encuentro entre las que piensan que quedan muchas batallas que dar, pero son batallas por la igualdad. Yo no me siento reconocida en algunas de las leyes o en algunos de los postulados de la cuarta ola del feminismo. Entiendo que hay minorías que hay que atender y reconocer sus derechos, pero que eso no pasa por anular la existencia de las mujeres. Para reconocer los derechos de una minoría, lo que tú no puedes es acabar de un plumazo con la existencia de las mujeres. Definir a las mujeres como "seres gestantes" o "seres menstruantes" a mi me parece que es un ataque profundo a la causa de la mujer y a la causa del feminismo.
La Ley del Sólo sí es sí, se ha hecho mal. Es absolutamente infantil decir que la culpa es de los otros, de los jueces. Se han encastillado en el No es No y es una pena
P.- ¿Comprende la cerrazón en algunas ministras para reconocer que la Ley del Sólo Sí es Sí se puede haber hecho mal?
R.- Yo estoy absolutamente convencida de que el Ministerio de Igualdad ha intentado hacer las cosas bien, pero no las ha hecho bien. El equipo técnico del Ministerio no ha demostrado ser un equipo realmente solvente. Han cometido errores que estamos viendo y yo creo que están pecando de soberbia porque, cuando uno se equivoca, lo reconoce, lo enmienda y ya está. Pero insistir en el "no, yo tengo razón" cuando la evidencia es que no la tienes, pues me parece un error. Y me parece que es un error que va en contra de las causas de las mujeres. No pasa nada por equivocarse, estoy convencida de que la ley del 'Sólo sí es sí', se hizo con la mejor de las intenciones, para realmente proteger a las mujeres. Pero el efecto no ha sido ese, porque no es una ley que esté bien hecha. Y como no está bien hecha, está teniendo el efecto contrario. Es tan absolutamente infantil decir no la culpa no es nuestra, es de los otros es de los jueces, no no. Mire usted, usted tiene que admitir su responsabilidad y es que no ha hecho las cosas bien. Pero no pasa nada, usted lo enmienda y ya está. Se han encastillado en el No es No y es una pena.
P.- En el libro destacan nombres de mujeres como Santa Teresa de Jesús o Sor Juana Inés que se engrandecieron dentro de la vida religiosa. ¿Por qué ha querido destacarlas?
R.-Yo me di cuenta de la importancia que han tenido muchas mujeres que eligieron la vida religiosa, sobre todo en el sXVI y XVII, y yo decía qué confluencia de mujeres con tanto talento que terminan en un convento. Y la pista o la clave la encontré leyendo a Octavio Paz. Él dijo que Sor Juana Inés de la Cruz se metió a monja para poder pensar. Y entonces, aquella frase me hizo pensar y yo dije claro, claro, eran mujeres que no querían pasar de la casa del padre a la casa del marido, a convertirse exclusivamente en en el papel que tenían las mujeres en aquella época que era cuidar de su familia y sin poder tener un vida propia; una vida intelectual. Y sin embargo, el convento se lo permitía. En el convento podían escribir, podían pensar, podían crear -con algunas limitaciones pero podían hacerlo-. Luego también, pensemos que esas mujeres de las que yo hablo, pertenecían a una clase social privilegiada y entonces los conventos tenían también esos privilegios.
P.- ¿Cómo ve el revisionismo en que estamos inmersos y con el que algunos pretenden tirar por la borda lo conseguido por los españoles durante tantos años?
R.- Yo empecé a hacer periodismo en los albores de la Transición, y tuve la suerte de que en ese momento se produjo, de forma lógica, un cambio generacional. Estaban empezándose a poner los cimientos de la Democracia y de repente nos vimos contando lo que estaba pasando -yo tenía veintipocos años y me siento una testigo privilegiada de lo que sucedió. Y también soy una enorme defensora de lo que se hizo. Yo creo que las cosas se hicieron razonablemente bien y que no se puede juzgar nunca el pasado, con los ojos del presente. Yo creo que se hizo lo que en aquel momento no solamente se podía hacer, sino lo que los ciudadanos quisieron que hiciera. Porque parece que la Transición es obra de cuatro políticos. No, no la Transición es el impulso de toda la ciudadanía que quiere superar la larga noche de franquismo, para comenzar a ser un país como el resto de países europeos. Y se hizo lo que los ciudadanos quisieron; fueron ellos los que votaron y los que indicaron el camino. Y fue una clase política que tuvo el talento de entender por dónde los ciudadano querían las cosas. Por eso, ahora, enmendar la plana y decir bueno…es que habría que haber hecho esto o lo otro, bueno pero es que usted no estaba allí. Y como no estaba allí, no venga a decir como tenía que ser el pasado.
P.- Hábleme de la figura de Don Juan Carlos, en todo ese contexto
R.- Yo creo que no se puede juzgar a una persona por un instante, ni para bien ni para mal. Es innegable que Juan Carlos de Borbón tuvo un papel muy importante en la Transición. Que fue uno de los líderes de la Transición y ese papel hay que reconocérselo. Es absolutamente innegable, no se puede contar esa parte de la historia reciente de nuestro país sin reconocer quiénes estuvieron allí y lo que hizo cada cual. Y el papel del entonces Rey fue importante y determinante. El papel de alguien que apostó por la Democracia y que apostó porque España fuera un país igual que el resto de los países europeos.
Luego viene la segunda parte y son sus errores, que tampoco se pueden negar, ni se pueden ocultar y que están ahí. Sin duda el Rey Juan Carlos ha decepcionado a millones de españoles y esta decepción está ahí. Yo creo que se olvidó de que ser Rey de España es un privilegio y que uno tiene que estar a la altura de ese privilegio y si tiene que sacrificar sus apetencias y su vida personal por ostentar ese privilegio, pues lo tiene que hacer. Y él no puso, en un momento determinado de su vida, estar a la altura de la Jefatura del Estado.
¿Eso significa que hay que hacerle una enmienda a la totalidad? No. Eso significa que tuvo una etapa realmente positiva para la historia de este país y que luego ha tenido una etapa con comportamientos personales que han decepcionado y han escandalizado a ese mismo país que años antes le aplaudía.
En cuanto a Doña Sofia, pienso que ha sido una persona discreta que ha estado siempre en su papel. El papel que uno espera de la Reina de un país democrático. Y creo que cuenta con el aprecio de los ciudadanos.