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Grima y el poder de los remordimientos

El guionista John Arcudi (creador de La máscara, sí, ese histriónico personaje que catapultó al estrellato a JimCarrey) y eldibujante Jonathan Case (El asesinato de Green River) unen sus talentos para ofrecernos Grima, una historia de secretos que sus protagonistas hubiesen preferido no descubrir y, de paso, aprovechan para presentarnos en sociedad al detective Oxel Karnhus, que, o mucho me equivoco, o no tardaremos en volver a verle pulular por nuestras estanterías. En serio, esto sólo es el principio.

ondacero.es

Madrid | 18.06.2014 13:11

Portada de Grima, publicado por Planeta DeAgostini | Héroes y Villanos

En toda historia de género que se precie, existen una serie de convenciones que no sólo la definen sino que la normalizan. Vamos, que si lo que voy a ver es una película gore, espero mi ración hemoglobínica y casquería de la buena, (además del top less de la maciza de turno); si, en cambio, lo que voy a ver es una de terror, que no me falten mis cuatro sustos bien dados, el lumbreras que se separa del grupo y la escena donde la prota abre y cierra el espejo del baño hasta que ¡zas! Pues bien, hay a quien esto se le queda corto y prefiere una vuelta de tuerca más. Perfecto. El problema es que salvo excepciones, esas vueltas se pasan de rosca. No sé si me entienden. En fin, para gustos los colores. Hace unos meses veíamos con Criminal, que el género negro no existiría sin tipos duros y solitarios, asesinos de medio pelo, femmesfatales, corrupción y exceso, mucho exceso. Quizá lo que mejor aprovecha este género respecto a otros sea la funcionalidad del mal, o sea, el crimen como vehículo para mostrarnos una reflexión sobre la sociedad y la naturaleza humana, las relaciones interpersonales y de poder y sobre todo, los límites y los motivos por los que estaríamos dispuestos a cruzarlos. Grima (personalmente, me parece una traducción muy poco acertada del original The Creep, supongo que habrán querido jugar con la enfermedad* del protagonista), es un claro ejemplo de historia de género negro: detective privado en horas bajas acepta un caso que no le conviene ante el desinterés policial. El secreto que acaba descubriendo, hace bueno eso de que la curiosidad, siempre, siempre, siempre termina por matar al gato.

Arcudidosifica la acción, dota de un ritmo pausado pero eficaz la trama y va creando una atmósfera idónea para el desarrollo de los acontecimientos. Como antes les decía, quizá peque de tópicos demasiados recurrentes pero, señores, señoritas, esto es género. En donde sí se aprecia mayor creatividad es en las ensoñaciones de los personajes (donde el tono grisáceo de la obra deja paso a unos tonos más cálidos, que permiten al señor Case lucirse, demostrando que con independencia del registro que emplee, el resultado será igualmente satisfactorio) y en la creación del personaje principal, Oxel Karnhus.

A juzgar por el número de páginas extras recogidas en este tomo, en donde el autor justifica y explica meticulosamente cómo debería ser el aspecto de su héroe, queda patente la importancia que para él tiene el diseño de este personaje. Fue el propio escritor quien, finalmente, recomendó al actor de películas de serie B Rondo Hatton, como modelo. Este actor de los años ’40, encasillado como villano en pelis de terror y promocionado por Universal como ‘el monstruo humano’ sufrió la enfermedad llamada acromegalia*, (que será lo que atormente a nuestro detective). Esta enfermedad está provocada por una condición de la glándula pituitaria que causa un crecimiento exagerado de las extremidades y el rostro. No es mortal pero una vez comienza, el crecimiento de las partes afectadas nunca llega a su fin. Seguro que recuerdan algunos acromegálicos famosos como André el Gigante y Richard Kiel, el Mandíbulas de 007. ¿No querían una vuelta de tuerca? Bueno, pues esto es lo más parecido que van a encontrar aquí.

Edición Original:The Creep

Editorial: Planeta DeAgostini Comics

Guión: John Arcudi

Dibujo: Jonathan Case

Formato: Cartoné, 136 págs. Color

Precio: 16,95 €