David Simon: “Yo no tomé la decisión de hacer televisión”
Si hablamos de series para mí la mejor es The Wire, y si hablamos de guionistas, el rey es el padre de la producción de HBO, David Simon. Nacido en Washington en 1960 Simon ha pasado unos días en Asturias, participando en las jornadas del Festival Celsius 232, y el pasado viernes tuve la oportunidad de charlar unos minutos con él. En el audio podéis encontrar el pequeño resumen que emitimos en “JELO en verano”, bajo el mismo, la transcripción de la entrevista en su totalidad. Bueno, totalidad no, me he ahorrado la cantidad de veces que le di las gracias por su brillantez televisiva. Que ya queda aquí.
- Usted mismo ha dicho en numerosas ocasiones que como medio para contar historias serias, la televisión tiene muy poco a su favor… ¿Qué le llevó a dar el paso y adentrarse en un medio tan peligroso?
- Mi plan no era dejar el periodismo, la verdad es que esperaba regresar a él. Fue un accidente que se produjo cuando mi primer libro “Homicide: A Year on the Killing Streets” se convirtió en una serie de televisión que se grabó en Baltimore. Fue algo extraño. Yo no me lo quise tomar muy en serio, pero ellos nos pidieron que nos hiciesemos cargo del guión. Entonces, cuando la serie se estrenó, el trabajo era para mí una dinámica muy interesante, algo de lo que podía aprender. A su vez el periódico en el que trabajaba se vino abajo, fue comprado por una empresa y la gente que lo controlaba no valoraba lo que valoraba yo, y lo que para ellos era importante no lo era para mí… Entonces lo pensé un momento y me dije "bueno haré esto durante un rato, aprenderé a hacer un show de televisión". En aquel momento, no sé porqué, volví hacia atrás, publiqué mi segundo libro y entonces me dije a mí mismo que trabajaría en un periodico mejor, como el Washington Post o New York Times o algo así…. Creo que sigo diciéndome lo mismo una década después… Lo que quiero decir es que yo no tomé la decisón de hacer televisión. Encontré un trabajo en HBO, lo que era interesante para mí, pero cuando miro atrás sigo diciendome a mí mismo que soy un periodista, aunque no he trabajado en un periódico desde hace diez años. Igual hay algo mal en mí… No puedo encontrar un momento en el que me haya dicho a mí mismo “nunca vas a volver al periodismo”, simplemente pasó.
- ¿Se siente responsable de haber enseñado al público una forma diferente de ver la televisión?
- Tengo la esperanza de haberlo hecho, no sé si la gente aprendió lo que queríamos enseñar. Pero la televisión en mi país ha estado operando con la idea de los anunciantes, durante la mayor parte de su existencia. Los shows de televisión son muy “mainstream” y muy simples, porque no quieres perder al público aunque sólo sea por quince minutos. Tú quieres tenerlos ahí durante cuarenta minutos, que no dejen de ver la serie porque no entiendan algo y se sientan frustrados por ello. Tú quieres que vuelvan después de los anuncios, manteniendo la atención, y tienen que hacerlo porque los anunciantes lo demandan. Pero cuando te deshaces de los anunciantes, en la televisión por cable premium, esa es la ventana que permite a la gente decir “quizá no consigamos a todo el mundo, pero quizá traigamos a alguien dentro de nuestro negocio”. Por ejemplo, hay gente que vino a HBO por Los Soprano, otros por Deadwood, gente por The Wire… Tan pronto consigamos seguir manteniendo gente en el negocio, el modelo funcionará. Nosotros no tenemos que mantener a todo el mundo, sería bonito si pudiésemos, pero sabemos que no podemos. Así que vamos a contar la historia que queremos contar, vamos a añadir valor a la marca. Este es un nuevo modelo, una revolución en la televisión de mi país, porque la historia no tiene que ser lo menos importante. Puede ser algo. Y por eso puedes contar una historia un poco deprimente, u oscura, o politicamente cabreante, una historia para adultos.
- Aunque ha pasado mucho tiempo, antes de The Wire llegó The Corner. Usted pasó semanas en junto a Ed Burns trabajando en un lugar como es la esquina de Fayette y Monroe, en la que dieron forma al libro que terminó convirtiéndose en serie. ¿Cómo fue aquella experiencia?
- Aprendimos muchas cosas. Una de ellas fue que teníamos que tratar de ayudar a personas que vivían en una situación muy estresante. Había un enorme grado de adicción, muy desconectado del resto de América. Era esquizofrénico, pero creo que lo más sorprendente de ese año fue lo descorazonador que fue darse cuenta de lo atrapadas que estaban estas personas... Prácticamente me enamoré del personaje de Gary McCollum, que es un personaje del libro (y la serie) basado en una persona real. Era un alma muy buena, un ser humano muy cálido, que no obstante era adicto a la heroína y a la cocaína. Y yo quería desesperadamente que tuviese un final mejor del que tuvo... Cuando te metes en un proyecto como ese, vas a conocer a gente que está verdaderamente desesperada y que viven una tragedia. Pero te lo dices a tí mismo de forma abstracta, y entonces conoces a la gente y te preocupas por ella y averiguas que es más difícil de hacer de lo que creías.
- Que The Wire alcanzase el reconocimiento que se merecía llevó bastante tiempo. En los dos últimos años se han vendido más DVD que en los tres anteriores… En su caso ¿el éxito ha sido un proceso extrañamente lento?
- (Se ríe) No sé si extraño, pero te puedo asegurar que sí ha sido lento. Cuando se estaba emitiendo la serie éramos muy “bien ignorados”, no por la crítica, la crítica ponía atención, pero no podíamos encontrar nuestra audiencia. Mientras, en internet, la serie estaba siendo un boca a boca y con el tiempo los DVDs se vendían muy bien a lo largo del mundo. Tengo que decir que nosotros no anticipamos eso, porque cuando empezamos a hacer la serie las cajas de DVDs no se vendían en la tienda de HBO, la cadena empezó a hacerlo con Los Soprano. El éxito de The Wire en DVD, o en descargas legales a través de HBO, ha sido una sorpresa para todos. Yo creía que habíamos hecho una serie que la HBO no podía vender. Aunque se estaban haciendo las cosas bien, todo era diferente en un medio tan alineante como la televisión. Cuando la serie empezó a hacerse popular estaba tan sorprendido como cualquiera. No creo que seamos capaces de hacerlo otra vez.
- A pesar de que ya se ha cumplido una década desde que se estrenó la primera temporada de The Wire, en las circunstancias actuales que viven numerosos países, con la crisis o los recortes que plantean los gobiernos, parece evidente que la serie está de más actualidad que nunca y que los problemas que cuentan no son exclusivos de Baltimore o de Estados Unidos…
- No, es muy típico del oeste, del oeste postindustrial, y la idea de una sociedad cuyas raíces son avance personal y beneficio. No soy marxista pero no tengo ningún problema en decir que algunos marxistas, los más serios críticos del capitalismo desenfrenado, no han sido contestados. En los últimos cinco o seis años en España, en Italia, en Grecia o a cualquier sitio al que vas en Estados Unidos, es evidente que si permites que las fuerzas del mercado dicten lo que es saludable y válido para la sociedad, y en lo que hay que poner atención, tú vas a acabar con una sociedad moralmente desamparada. Eso no quiere decir que el capitalismo no sea una herramienta esencial de una caja de herramientas que genera bienestar, pero lo importante es qué haces con ese bienestar que eres capaz de generar y cómo organizas la sociedad para crear una civilizacion justa y viable. Pero no tiene nada que ver con eso, el mercado no puede decirte eso, tiene que ser la gente la que se gobierne a sí misma y lo haga como un grupo. El modelo de mi país puede ser aplicable a cualquier otro país pero no desde los ochenta. Desde los 80 todo el mundo va a lo suyo, si con lo que haces pierdes dinero, te cuesta dinero, entonces no lo haces… Esa no es forma de construir una sociedad, es lo que estamos aprendiendo.
- ¿Qué le empujó a adentrarse en una historia tan arriesgada y compleja como Tremé?
- Treme es un argumento para las ciudades americanas, lo que le dan al mundo. Yo a veces soy muy crítico con las prioridades norteamericanas y con la política americana y siento que la politica de mi país no me da facilidades. Pero soy muy americano, y amo lo que América es en su núcleo y por ello creo que nunca fue más evidente para el resto del mundo lo que supuso la increíble invención de la música afroamericana. La música afroamericana significa jazz, blues, el R&B, el rock and roll. Donde vayas en el mundo ahí está y puedes recorrer el mundo tres, cuatro veces y ahí sigue, retransmitiéndose, independientemente de la cultura en la que te encuentres. Por ejemplo, estabamos grabando en Sudáfrica en un local de música, y allí había Hip Hop y música tradicional africana fusionándose, y lo oyes y dices “Dios, esto podría estar pasando alrededor de ocho manzanas en Nueva Orleans en el cambio de siglo", de ahí viene el jazz.... Y no podría haber pasado sin la experiencia de la música africana en América y sin la experiencia europea… Es básicamente notas tristes del oeste de África, y ritmos del oeste de África encontrándose con la instrumentación europea… Sin eso no habría Jazz, no podría haber sucedido en cualquier otro sitio en el mundo, por lo que es un claro regalo cultural. Si América desaparece mañana será recordada primero por la música afroamericana y después por los pantalones vaqueros. No son cosas tan lamentables ninguna de las dos, pero ese es nuestro gran regalo, un intento de pluralismo y multiculturalismo, que es lo que son las mejores ciudades americanas. Y Treme es el reflejo de ello. Cuando oigo algo de James Brown, Louis Armstrong, Ray Charles, Bill Monroe, Chuck Berry, yo creo que son más americanos de lo que nunca lo seré yo.
- ¿Qué va a hacer cuando termine la cuarta temporada de Tremé?
- Bueno, creo que en el último episodio voy a ir a Nueva Orleans y voy a conseguir un proyector, un equipo de sonido, y haré una gran fiesta negra. Creo que el barrio se lo han ganado. Y voy a abrazar fuerte a todos los que trabajan en el show, a los que lo han hecho. Ahora estoy leyendo otras cosas para HBO, estoy trabajando en otros proyectos. No merece la pena hablar de ellos porque falta la luz verde. Eso es lo raro ¿sabes? Cuando estoy escribiendo tú dices que vas a escribir un libro y lo escribes, y lo publicas. No hay un paso previo a convertirse en un libro, más allá del trabajo que lleva. En la televisión aunque conozcas el nombre de los proyectos en los que trabajas, sabes que pueden no ser llevados a cabo y no pierdes el tiempo hablando de ellos hasta que no la cadena no te da “luz verde”. Estoy trabajando en un proyecto sobre la historia de la CIA desde la II Guerra Mundial y otro está basado Times Square en el Nueva York de los 70, la situación cultural de Manhattan, el porno y la calle 42.
- ¿Qué ve actualmente en televisión?
- Hay una serie ahora en Netflix llamada "Orange is the New Black" que es genial. Es de Jenji Kojan y la verdad es que ella hace un trabajo genial, es muy inteligente. Las series más interesantes no se emiten ahora pero he encontrado algunas cosas, como por ejemplo una serie canadiense llamada “Slings and Arrows” que también es brillante.
- ¿Cómo ve el paso que ha dado Netflix en lo que se refiere a la producción propia?
- Es una oportunidad para la gente. Cuanta más gente esté haciendo drama en la televisión es mejor para todos nosotros. Yo estoy ahora en HBO pero estoy contento por saber que hay otros caminos. Y me parece muy interesante la idea de hacer todo a la vez, porque creo que lo que hago es problemático cuando solo puedes emitir un capítulo por semana. Creo que cuando la gente encontró The Wire al completo se dio cuenta de que si lo veía uno detrás de otro, la historia se disfruta mejor, se mantiene mejor en la cabeza de la gente. Tú intentas hacer la serie con una narrativa completa, creo que eso tiene sentido. Por eso estoy encantado con la forma en la que Netflix pone a disposición de la audiencia las series.
- Siempre se ha dicho que The Wire es como una gran novela televisada. ¿Cuales son sus grandes novelas, sus referencias literarias?
- ¡¡Oh Dios, no podemos terminar esta entrevista hablando de grandes libros!! Primero quiero empezar diciendo que en mi país yo estoy de acuerdo con los escritores que dicen que “Las aventuras de Huckleberry Finn” de Mark Twain es el comienzo y el final de la gran literatura americana. Las novelas rusas, y el trabajo, por ejemplo, de Balzac también son otras de las referencias universales. Balzac pertenecia a clase alta pero era un buen periodista, estaba atento a todo y construye un esquema de la sociedad francesa tan honesto… Tengo que pensar en los clásicos de los clásicos por una razón… ¿Sabes? Todo el mundo debería leer Cervantes.
- ¿Echa de menos el periodismo??
- Sí, todavía, lo disfruto cuando hago alguna investigación para la ficción, es todavía divertido. Aunque creo que nunca he llegado a disfrutar realmente escribiendo, el proceso de ser reportero, de dar noticias, siempre fue divertido.