Me la descubrió uno de mis compañeros de piso cuando le dije que buscaba una guitarra para comprar. Una vez, mirando anuncios por Internet, acabé en una tienda que además de guitarras baratas vendía camas, sumieres y sofás. Una mezcla un poco extraña que no acabó de convencerme.
En cambio, en Denmark Street, el estándar de calidad de los instrumentos musicales es altísimo y los precios van desde lo más asequible (Londres es de las capitales europeas donde más barato resulta adquirir un instrumento musical) hasta lo incomprable.
Abundan las tiendas de guitarras y, en casi todas, hay hueco para micrófonos, software de ordenador, sintetizadores y mesas de mezclas o controladores de audio externos. Hay alguna tienda especifica para música digital. Me sorprendió una tienda dedicada por entero al saxofón. Y un par mas especializadas en pianos donde ya abundan los digitales (vi uno rojo precioso... No descarto acabar adquiriendo alguno, además de la guitarra que aún sigo buscando).
Me encana poder pasar a las tiendas, ver una guitarra o un piano que llamen mi atención, y poder sentarme a probarlos. Aquí no hay cartel de "no tocar, por favor" salvo en casos excepcionales de instrumentos cuyo valor se sobrepase los márgenes. La calle, y sus tiendas, están abiertas a que el visitante, comprador o no, pase a hacer música. Suena bien.