Dirigida por Miguel Bardem, la miniserie de dos capítulos de una hora de duración cada uno, contaba, desde el punto de vista del militar y político español santanderino y desde del terrorista que encabezó el asesinato, José Miguel Beñarán Ordeñana, Argala, cómo se fraguó el acto terrorista. Con José Ángel Egido en el papel de Carrero Blanco, y Unax Ugalde como Argala, en el reparto también podemos encontrar otros actores habituales de las producciones de nuestro país, como Pedro Casablanc en el papel del incansable Comisario Díaz, Enrique Villén encarnando al Coronel Blasco o Gorka Lasasoa en el papel del terrorista Kaiku.
La miniserie comienza con un flashforward, que nos muestra la muerte de Argala, tres años después del asesinato de Carrero Blanco, un hecho sin esclarecer y sobre el que existen las más variadas teorías. Posteriormente retrocedemos seis años, cuando Carrero Blanco sólo era almirante y mostraba escasa preocupación por ETA, a la que llega a compararla a los sindicatos. Por el lado terrorista, la ficción nos muestra la resolución de su primer secuestro, el del empresario Lorenzo Zabala, al que liberan en Ochandiano, en medio de un monte.
A mi modo de ver es una lástima que la serie sea tan breve, puesto que la rapidez con la que hay que desarrollar el argumento provoca que ciertos acontecimientos no se desarrollen con la extensión necesaria, o haya algunas tramas que no queden explicadas con suficiente claridad. En cualquier caso, y dada la fiebre histórica que las cadenas de televisión de nuestro país han sufrido con mayor o menor acierto, hay que reconocer que la factura de la miniserie es muy aceptable y los personajes resultan creíbles. Lo cual, como comentamos el viernes en la sección de “La Brújula” de Carlos Alsina, no es algo que puedan decir muchas producciones históricas de los últimos años.