El cierre de fronteras por la pandemia impidió a muchos migrantes salir de sus países y llegar a nuestra Comunidad. Si en 2019 fueron casi 20 000 personas las personas que llegaron a Euskadi, el año pasado fueron menos de 5000. Sobre todo han llegado menos de los países de los que llegaban más, Colombia, Venezuela, o la zona del Magreb. Pero también es llamativo lo que ha ocurrido con la inmigración procedente del África Subsahariana, o de países europeos como Rumanía o Bulgaria, con saldo negativo. En este último caso, sin burocracia para moverse, muchos han decidido volver a sus países de origen.
En cuanto al empleo, el confinamiento domiciliario supuso para muchos perderlo. Sin opción a teletrabajo o ERTEs, la afiliación a la Seguridad Social cayó bruscamente y los contratos firmados se redujeron a la mitad; 3 de cada 10 que se quedaron sin empleo trabajaban en la hostelería, un 15 % en comercio y reparación de vehículos y casi un 13 % en la construcción. También su contratación se activó antes que entre los autóctonos en abril, sobre todo en el sector primario y el de los cuidados, trabajos hasta entonces poco valorados, pero más necesarios que nunca en pandemia.