Un triunfo que define objetivos
La victoria contra el Alavés, tercera de los últimos cuatro partidos, obliga a Osasuna a mirar hacia arriba en lo que queda de liga.
Pamplona / Iruña |
Osasuna ganó 1-0 al Alavés y perdió a Kike Barja por lesión en la rodilla. Un infortunio que empañó un triunfo que hubiera sido celebrado de manera mucho más efusiva por el equipo de no ser por su lesión, los problemas musculares de David García y el enorme susto en el mismo partido con Jorge Herrando, que también pisó mal e hizo revivir los momentos de angustia del inicio del partido con los médicos haciéndole pruebas en la rodilla en la banda del Sadar.
El análisis del encuentro viene condicionado por la empatía con el extremo de Noáin y no se puede disociar el triunfo logrado en el césped del largo proceso de recuperación que se intuye tiene por delante Kike Barja, un canterano hecho a sí mismo y que necesitaba un buen final de temporada con minutos que no fueran con partidos decididos o a contracorriente. Aun así el osasunismo disfrutó no solo con la victoria sino con la manera de conseguirla. Siendo como fue un partido igualado, con unas cuantas ocasiones visitantes, es cierto que Osasuna tuvo más y mejores, y que el partido transcurrió por donde quería Jagoba Arrasate durante más minutos que los que dominó el encuentro el Alavés, que cometió el error de moverse en bloque de un lado a otro permitiendo espacios en la banda en la que no se encontraba el balón. Torró, Moncayola y Aimar leyeron esa circunstancia a la perfección y crearon superioridades a base de levantar la cabeza cuando recibían y distribuir a continuación el juego donde había huecos.
Luis García Plaza, técnico visitante, vio desde la grada igualdad máxima y un empate justo, achacando la victoria a la individualidad del gol de Budimir. No le faltó razón, pero el argumento se queda corto: Osasuna atacó más que su equipo. Tuvo buenas ocasiones el Alavés, sí, pero le faltó creer en la victoria como sí hizo Osasuna.
36 puntos en 27 partidos. La séptima plaza que ocupa la Real está a 4 puntos. Es obligatorio mirar hacia ella y pelear hasta el final siendo ahora el tapado de la lucha por los puestos europeos. Si no da y se disputa a tope, nadie pedirá cuentas ni hablará de fracaso. Pero si se detecta el mínimo atisbo de que el equipo se deja llevar será inevitable acabar la liga con una sensación de desencanto. Los jugadores son conscientes, tal y como explicaba ayer uno de los que ha recuperado su mejor versión, Jon Moncayola.