LOS CALLOSINOS NO FALTAN A SU TRADICIÓN DE PARTIR LA VIEJA

Una vez más los viejotes con sus críticas salieron a la calle

Callosa de Segura guarda como un tesoro tradiciones ancestrales depositadas fundamentalmente en el pueblo llano, gracias al cual se han conservado para seguir ofertando cultural, festiva y turísticamente estas manifestaciones antropológicas de gran riqueza.

En esa dinámica se halla la tradición de “Partir la Vieja” que encuentra en Callosa el último reducto superviviente en la Vega Baja del Segura y que procedemos a explicar en pequeños bloques para que su significado cultural sea entendido de la mejor forma posible.

Expresión de cuño popular empleada para referirse al día que marca la llegada de la mitad justa del riguroso tiempo de Cuaresma (Partir = llegar a la mitad; la Vieja = la Cuaresma) y que siempre suele coincidir en el tercer miércoles después del de ceniza.

Esta costumbre, de origen medieval, según investigadores ilicitanos, sólo se ha conservado en unos pocos lugares de la provincia como son Elche, Novelda, Agost, Petrer, Cocentaina o Muchamiel y, en la Vega Baja, sólo en Callosa de Segura. En cada uno de estos sitios, esta tradición posee una denominación distinta, pero todos coinciden en poner unos muñecos o “viejotes“, de tamaño natural, hechos con materiales caseros, la mayoría de las veces con algún cartel crítico sobre algún tema de actualidad, y con el mismo objetivo: la celebración popular de la mitad del rígido tiempo de Cuaresma y la proximidad de su fin.

A día de hoy, muchas personas mayores de Callosa destacan la preparación de “los viejotes” por los obreros del cáñamo (espadadores, rastrilladores, etc.) colocándolos en las ventanas y balcones de los obradores, empleando en su rellenado y confección las estopas y desechos del cáñamo. También recuerdan cómo, en alegre bullicio y camaradería, los vecinos de muchas calles confeccionaban estos “viejotes” a tamaño natural, con ropas negras u oscuras dándole aspecto de“un viejo y/o una vieja”. Luego los solían sentar en sillas o sillones de anea muy ambientados, muchas veces junto a una mesa pequeña, sin faltarles el cartel crítico, chispeante y gracioso, alusivo a alguna cuestión de interés local, nacional o internacional. Se les solía colocar en las puertas de las casas, o en los balcones, o en las esquinas de la calle desde la mañana hasta la tarde ante el regocijo popular. Había cierta costumbre de que, a veces, una persona se ataviaba como un “viejote” y se sentaba junto a ellosde modo inmóvil hasta que se acercaba algún curioso a examinar lo bien hecho de los “viejotes”, momento que aprovechaba el bromista disfrazado para dar un buen susto al confiado visitante que partía de allí entre la risa originada o la respiración entrecortada.

Onda Cero Vega Baja

Vega Baja | 11.03.2021 09:08

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