La noche que siempre soñó Toni Lato en Mestalla
El lateral izquierdo abrió el camino a la victoria ante el Getafe con un precioso gol en un disparo a la escuadra
Valencia | 05.09.2022 18:16
Dice quien conoce a Toni Lato que es un futbolista humilde, de los que hacen vestuario y que siente como nadie el Valencia. No en vano se ha criado en la cantera y por ello a buen seguro que la noche que vivió en Mestalla ante el Getafe es de esas que siempre habrá soñado. No solo marcó un precioso y espectacular gol sino que además lució el brazalete de capitán después de la marcha de Carlos Soler al PSG y la sanción a José Luís Gayá,
Decía Hugo Duro al acabar el encuentro que "siempre me descojono cuando marca Toni. En los entrenamientos hace verdaderos golazos". Y su técnico, Gennaro Gattuso se deshacía en elogios hacia él: "es el hombre ideal para mi hija, pero es muy joven, solo tiene 18 años". Y no cabe duda que Antonio Latorre fue anoche uno de los valencianistas más felices.
Hacía tiempo que no veía a un futbolista celebrar un gol de manera tan efusiva como lo hizo Lato. Daba la sensación que no se quería volver a su campo y quería continuar celebrando con Mestalla, con la Curva Nord, la obra de arte que minutos antes había hecho. Estoy seguro que habría detenido el tiempo justo en ese preciso instante para quedarse eternamente con esa sonrisa y esa mano llevada al pecho señalándose el escudo del Valencia. Ese era el fruto del trabajo incansable, el momento que siempre habría soñado desde bien pequeño cuando correteaba en los campos de la ciudad deportiva de Paterna: ser capitán de tu equipo, del que amas, marcar un gol en Mestalla, escuchar como tus propios aficionados, casi cuarenta mil, corean tu nombre desde el graderío. Poco más se puede pedir.
Porque para llegar a ese momento Lato ha tenido que ser siempre un luchador. Recuerdo perfectamente el primer momento en que supe de él. Era un partido de juveniles en un Valencia donde también estaba Carlos Soler. Aquel grupo lo entrenaba Rubén Baraja y por eso decidí acudir a ver alguno de los partidos. Me quedé asombrado con ese lateral izquierdo menudito, rubio, con velocidad y desborde. Quise salir de dudas preguntando al propio Rubén. Mi ignorancia, recuerdo bien, me llevó a creer que tal vez sería extranjero, quizá por el apellido "Lato". Pronto el Pipo me sacó de la duda y me contó que era sobrino de Vicente Latorre, una de las leyendas del levantinismo. Fue entonces cuando decidí seguir su carrera deseando verle un día triunfando en el primer equipo.
Pero no ha sido fácil. Entre lesiones, cesiones y tener por delante a uno de los mejores laterales izquierdos del mundo como José Luís Gayá son algunos de los obstáculos que ha tenido que sortear para poder saborear una noche como la de ayer en Mestalla. Quizá por eso tenga aún mucho más valor, quizá por eso Gattuso quiso ensalzar su trabajo, constancia y sacrificio o quizá por eso sea uno de los futbolistas más queridos dentro de ese vestuario.
Fue, como dice la canción, "su gran noche", esa que nunca olvidará, esa que siempre imaginó junto a Soler y compañía mientras iba haciéndose mayor y subiendo peldaños en esta escalera llamada fútbol y que a veces, como le ha sucedido a él, está repleta de obstáculos que saltar. Anoche la escalera le llevó al "Olimpo de los Dioses". Y yo, me alegro por él. Pocos merecen tanto como Lato saborear momentos tan mágicos como el que se vivió en Mestalla.