OPINIÓN

Bragarnik, cómo hemos cambiado

El Elche CF ha pasado, en sólo nueve meses, de celebrar el mejor momento de sus últimos 47 años a tirar por la borda la temporada del Centenario

Monserrate Hernández

Elche | 02.02.2023 11:09

Christian Bragarnik, propietario del Elche, en su tercera rueda de prensa como propietario del Elche | SONIA ARCOS / ELCHE CF

Hace nueve meses, el Elche celebraba su mejor momento de los últimos 47 años. La derrota ante el Atlético de Madrid, a falta de dos jornadas para acabar LaLiga, no impedía la celebración de la permanencia en Primera División por segundo año consecutivo. Pasado el trance más complicado para un recién llegado, tocaba ilusionarse con el tercer año seguido en la máxima categoría y preparar la celebración del Centenario.

Christian Bragarnik se confirmaba como el dueño de un proyecto que planeaba dar un paso al frente en lo deportivo, en lo social y en lo institucional. En lo económico, poco más se podía hacer, con un club saneado, sin deudas y con una situación envidiable en Primera División.

Desde hace nueve meses, algo ha cambiado en el Elche. Bragarnik acumula más de tres meses fuera de Elche. Cierto es que a final de año le saldrán las cuentas del máximo de los 183 días en España, pero también lo es que cuando tienes que repartir debes decidir sobre tus prioridades. Con el plazo tributario al límite, el propietario de Elche dedicó noviembre al Mundial de Qatar y diciembre, para el resto de su trabajo y familia.

Durante ese tiempo, en el que su regreso a Elche resultaba imposible por haber consumido los plazos, tampoco esperaba el pésimo arranque ni la destitución de Francisco de una forma tan tempranera. Más que la planificación, para mí el gran error de Bragarnik se llama Jorge Almirón. Y por partida doble. Falló en la elección tras no renovar a Pacheta, como él mismo reconoció, y volvió a tropezar en la misma piedra esta campaña. Francisco fue despedido tras la séptima jornada y tardó otros siete partidos más un par de semanas más en encontrar a un entrenador de verdadero nivel.

Pablo Machín estaba disponible cuando Francisco fue destituido. Mantecón habló con varios técnicos y Bragarnik remató las conversaciones. La decisión final fue la de Almirón, un tiro en el pie. En esos siete encuentros, contando a los interinos Alberto Gallego y Sergio Mantecón, los duelos directos ante Real Mallorca, Espanyol, Getafe, Real Valladolid y Girona, además de Valencia y Real Madrid. Si se hubiese ganado al Valencia, la racha sería otra; si se hubiese vencido ahora a Celta, Cádiz y Osasuna, el equipo estaría a cuatro puntos de la salvación; y si mi tía tuviese dos ruedas, claro, sería una bicicleta.

El caso es que se perdió un tiempo de oro y eso no se puede discutir, porque no es lo mismo fichar a Fran Escribá, con el golpe anímico que supone para el entorno, o a Francisco, un especialista en vivir situaciones límite y optimizar el rendimiento de sus jugadores, que confiar en un entrenador que estuvo 16 partidos sin ganar y al que media plantilla conocía de su etapa anterior y con la que la relación terminó resquebrajada.

Aquello salió mal, pero quedaba una segunda (o quinta) oportunidad. Machín era una de las mejores opciones que se presentaba. Con José Bordalás, después de una última conversación de más de una hora por teléfono, no hubo un entendimiento económico. En la primera llamada, tras el adiós de Francisco, la cosa no fue más allá del acercamiento con Mantecón. En la segunda, sí hubo propuesta, que se quedó corta. Hubo que medir fuerzas y tampoco era cuestión de hipotecar al club sin una garantía clara de éxito.

Pero a Machín había que traerle fichajes. La idea era tener cuatro para estar disponibles a partir del 1 de enero. Era necesario cambiarle cara al equipo con savia nueva, por más que no fueran 'futbolistas top'. Así el Elche llegó al estreno de 2023 sólo con Lautaro Blanco, un fichaje muy interesante de Bragarnik, y Lisandro recién aterrizado y lejos de su mejor forma. Después llegó Carmona, otro fichaje prometedor, para jugar en la banda derecha, pese a la que prioridad era un central y un centrocampista, según palabras de Machín. El mercado se cerró con Randy Nteka.

Pablo Machín se ha quedado sin el central, el pivote y el delantero centroque supliese la marcha de Roger. La duda de si la temporada se daba por perdida no era descabellada. Quizá mejor pensar en un futuro en Segunda, fortaleciendo el bloque de la 2023/24 y trabajando con la figura del futuro (o presente) entrenador. Quedan las matemáticas, pero ya me daría con un canto en los dientes con no igualar o superar el récord negativo del Sporting de Gijón 97/98. Quedan cuatro jornadas para lograr la primera victoria.

El caso es que todo ha salido mal, pese a que muchas cosas no han cambiado con respecto a la temporada anterior, pero normalmente cuanto más y mejor trabajas, más suerte tienes. En los dos últimos partidos han jugado de salida entre nueve y diez titulares del bloque de la pasada campaña, no se vendió a Lucas Boyé, se renovó a Pere Milla y Omar Mascarell, se apostó por jugadores con buen cartel y también se dejó sin refuerzos, salvo Lirola y Clerc, la línea más débil de la temporada anterior.

El caso es que a cojón visto, macho seguro. Ahora todos sabemos que esta plantilla no es mejor que la anterior, que Almirón era un fracaso seguro, que hacían falta otros refuerzos en el mercado de invierno y que con los recogepelotas de siempre el Celta no hubiese marcado el gol de su victoria. El fútbol es una trituradora cuando las cosas no van bien.

De lo que no cabe duda es que Christian Bragarnik quiere lo mejor para el Elche. Más que yo, por ejemplo, porque él, además, se juega su patrimonio y su prestigio; pero es evidente que este año EDT (El Dueño Total) ha fallado y no ha estado acertado. Es humano, el error y el propietario. Pero sería conveniente saber en qué se debe mejorar para remontar el vuelo y volver a recuperar la confianza de una grada y un entorno que siempre le respetó y que ahora se siente decepcionado.