España, el semillero de los okupas
Por el profesor y escritor Javier Arias Artacho
Quienes estamos acostumbrados a trabajar con jóvenes tenemos facilidad para identificar a los antisistema, a los vagos por elección, a aquellos que lo merecen todo, pero ofrecen bien poco. No son la mayoría, por supuesto, pero con un sistema educativo que fomenta la falta de esfuerzo, tenemos el terreno abonado para sembrar ninis que se enfrentarán al mundo laboral con una larga lista de derechos, pero muy pocas obligaciones. La permisividad, la falta de rigor y el buenismo infantil no benefician ni a los jóvenes ni a la sociedad. Sin embargo, es el modelo que se impone en nuestro país, y cuestionarlo te convierte en un retrógrado.
En este contexto, no llama la atención que alguien usurpe tu casa, la ocupe y que no puedas echarlos porque la ley los protege. Ahí tenemos el ejemplo de estas últimas semanas, un vecino de Girona, Jordi Riera, y toda su familia, echados por la policía de su propia casa recién ocupada. El argumento de autoridad que esgrimieron los okupas fue un vídeo cocinando con unas cacerolas en la cocina. Ningún documento acreditativo, ¿para qué? Esas minucias ya no se llevan. ¿Y el conocido caso de la vecina de Benetússer echada por la Guardia Civil tras la DANA? La inocente propietaria pensó que la naturaleza y la desgracia habían descendido del cielo para imponer la justicia que le negaban las autoridades y, después de que los okupas desalojaran la casa a causa del agua y del barro, la muy desvergonzada decidió volver a su vivienda para limpiarla, hasta que la Guardia Civil se puso manos a la obra y la desalojó de su propia vivienda a pedido de los antisistema de turno.
Esta mezcla de permisividad, estupidez y negligencia legal es tan aberrante que muy pocos la pueden sostener. Sin embargo, es uno de los iconos de la izquierda que, columpiándose en ese buenismo absurdo, justifica la injusticia porque los desalojos y los desahucios les traen mala prensa. Por este motivo, el PSOE y SUMAR han tumbado la iniciativa de ley antiokupa en el Congreso promovida por el PP. El mundo en que vivimos es tal como se está diseñando nuestro sistema educativo, un hábitat donde los que no pegan ni un palo al agua encuentran sus injustos derechos garantizados por unos pocos. El mundo civilizado y con leyes garantistas para los ciudadanos nos observa con estupefacción, pero nuestro gobierno desoye a la mayoría de la ciudadanía y al sentido común e impone la injusticia como sistema legal. No es un problema esporádico. En 2023 se registraron 15.289 ocupaciones en España, datos que van en aumento desde la llegada de Pedro Sánchez al gobierno. Y aunque este no es el principal problema que tiene la vivienda, lo cierto es que suma y agrava esta realidad porque genera un marco de desconfianza entre arrendador y arrendatario. De hecho, la crisis de la vivienda se encuentra entre los tres asuntos que más preocupan a los españoles según el último informe del CIS.
Difícilmente podremos construir una sociedad más justa empoderando a los vagos y caprichosos de la clase. Esto no exime a nuestro Estado subsidiario de proveer medidas de ayuda y contención a los más necesitados. Nuestra sociedad debe procurar incluir y dar oportunidades a quienes están marginados por diversas circunstancias, pero hacerlo saltándose las normas y las obligaciones que tenemos los unos con los otros no solo es un atropello, sino también el camino para dar alas a futuras generaciones de vagos que, como los okupas, esperan escribir como se les dé la gana y pasar de curso calentando la silla… u ocupando la escuela.