se cumplió su deseo

Rafael Altamira y su esposa ya descansan en el cementerio de El Campello

👉Sus bisnietos Luz, Ignacio y Javier depositaron los restos en el nicho familiar donde estarán hasta que se construya el monumento funerario

Redacción

Alicante |

Rafael Altamira y su esposa ya descansan en el cementerio de El Campello | EFE

Los restos del alicantino dos veces propuesto al Nobel de la Paz Rafael Altamira y de su esposa, Pilar Redondo, que fueron repatriados desde México y que llegaron a Alicante la tarde del pasado lunes, han sido trasladados este miércoles desde el tanatorio de Sant Joan al cementerio municipal de El Campello, donde han sido depositados en el nicho familiar, según ha informado el ayuntamiento en una nota.

Los restos permanecerán en ese nicho hasta que se construya el monumento funerario que los acogerá de forma definitiva.

Al acto íntimo han asistido tres de los bisnietos del literato y humanista, Luz, Ignacio y Javier Ramos Altamira; el alcalde de El Campello, Juanjo Berenguer; el concejal de Cementerio, Cristian Palomares, y Raimundo Panea, el técnico municipal que se ha encargado del expediente administrativo que ha hecho posible la exhumación de los cuerpos en el Panteón Español del cementerio de la ciudad de México DF y su posterior repatriación a España.

Han sido los propios familiares quienes, después de que los restos se hayan depositado en pequeños féretros, se han encargado de introducir ambas cajas en el nicho en el que reposan desde hace muchos años los padres y los abuelos de Rafael Altamira.

Operarios del camposanto y autoridades han mantenido la distancia aconsejable en estos casos para que Luz, Ignacio y Javier completaran la operación. Después, se ha vuelto a colocar la lápida en el nicho y depositado los dos centros florales que ha ofrecido el ayuntamiento en nombre de todo el pueblo campellero.

El humanista, historiador, americanista, pedagogo, jurista, crítico literario y escritor Rafael Altamira (Alicante, 1866- Ciudad de México, 1951) estaba muy vinculado, al igual que su familia, con la localidad alicantina de El Campello, donde vivió parte de su infancia y juventud.

Rafael Altamira y Pilar Redondo fallecieron en 1951 y 1957, respectivamente, en la capital mexicana, en la que se exiliaron tras el estallido de la Guerra Civil española (1936-1939).

Ante de recalar en esa ciudad latinoamericana, el escritor permaneció cuatro años en Francia y después fue invitado por la Fundación Carnegie a dar clases en la Universidad de Columbia (Nueva York), aunque un inesperado accidente de rotura de la cadera lo obligó a instalarse en México, donde también estaban exiliadas sus dos hijas: Pilar y Nela.