Catuña |
Coincidiendo con la muerte de su hijo el pasado mes de diciembre, hoy le queremos hacer un pequeño homenaje a Josep Maria Jujol, el rey del color del modernismo catalán. Compañero de Gaudió y alumno de Domènech i Muntaner, repasamos la obra de este artista asimétrico que rompía con la estructura.
Josep María Jujol colaboró activamente con Antoni Gaudí: los bancos del Parc Güell hechos con piezas de cerámica, la fachada de la Casa Batlló, la Pedrera, el altar de la Colonia Güell o la restauración de la Catedral de Palma son algunos ejemplos.
Sin embargo, al contrario de lo que podríamos pensar, Jujol no tiene una presencia importante en la gran obra de Gaudí, la Sagrada Familia. Jujol solo dejó su huella pintando una maqueta policromada.
A pesar de esto, hay muchos expertos que consideran que debería haber sido el sustituto natural para acabar la Sagrada Familia tras la muerte de Gaudí.
Sus obras más interesantes no las encontramos en Barcelona sino en Sant Joan Despí. Allí encontramos la Torre de la Creu y Can Negre, donde se demuestra que fue uno de los arquitectos más prolíficos e imaginativos de la época.
En la capital catalana también dejó su huella. Cada vez que paseemos por sus calles y veamos un edificio colorido, seguramente es de Jujol. Entre sus obras destacan la Casa Llopis, la Casa Planells o la Fuente de la Plaza España.