En Catalunya hay cierta preocupación por las contínuas incidencias que hay en el servicio de tren. En plena negociación por el traspaso de cercanías entre el gobierno central y el catalán, el servicio de trenes está más en entredicho que nunca. Actos vandálicos como graffitis o lanzamiento de piedras a los vagones de tren, robo de metros de cable de cobre, la falta de suministro eléctrico o la escasez de maquinistas son situaciones que condicionan, día tras día, el correcto funcionamiento del tren.
Dentro de esta lista de problemas está el vandalismo, que supone el 30% de las incidencias totales a lo largo de un año en el tren. En 2023 los graffiteros hicieron más de 2.500 incursiones en estaciones o vías para pintar vagones de tren y se apedrearon 360 trenes, es decir una media de casi un apedreamiento al día. Limpiar las pintadas de los graffiteros tuvo un coste de 11.6 millones el año pasado.
El portavoz de Rodalies Catalunya, Antonio Carmona, reconoce que "más allá del coste que supone limpiar los graffitis, que es igualmente un coste muy alto, hay una afectación importante en el viajero en cuanto a los retrasos. No hace mucho se paró la circulación una hora porque había un grupo de vándalos que estaban tirando piedras a los trenes. Se paró por seguridad, cuando se pudo retomar la circulación se retomó y se informó de la situación a la policía, poco más podemos hacer. El problema de todo esto es que son factores externos que no dependen de nuestra gestión, son cosas que no podemos controlar. Una cosa son las incidencias que pueda haber en cuanto a servicio, pero el vandalismo nos condiciona mucho porque no depende de nosotros".
Carmona reivindica que, a pesar de estos actos vandálicos, desde Renfe "estamos prestando el servicio con una puntualidad del 92% en el área de Barcelona, y en febrero igualamos récord de viajeros. Notamos que hay confianza por parte de los usuarios del tren".
Una puntualidad que depende básicamente de que desde el servicio puedan ir reprogramando la circulación de los trenes: "Cuando hay una incidencia lo más importante es tener capacidad de reacción a la hora de reprogramar la circulación con la finalidad de provocar el mínimo retraso posible".
Carmona reconoce que, a veces, es imposible "porque por ejemplo el robo de cables de cobre provoca que la señalización electrónica de seguridad no funcione, entonces hay que parar la circulación. El problema es que por cualquier pequeño contratiempo provoca grandes retrasos".