El taller de Ornamentos Arquitectónicos abrirá sus puertas al público esta semana
A lo largo de estos 30 años son ya más de 600 las piezas que han creado. Reproducciones fidedignas de elementos patrimoniales de cualquier estilo, desde la fachada de la Universidad de Salamanca, a la pequeña ermita de Santa Cecilia en Vallespinoso de Aguilar, el castillo de Loarre en Huesca o la Giralda de Sevilla. Junto a ellos, otro tipo de reproducciones como la fábrica de Galletas Gullón o la madrileña plaza de toros de Las Ventas, elaboradas por encargo y, en muchos casos, como regalo institucional.
En septiembre se cumplían tres décadas desde la apertura en Aguilar de Campoo de un pequeño taller artesanal que, por entonces, se dedicaba a reproducir algunos de los monumentos más emblemáticos del románico palentino.
A lo largo de estos 30 años son ya más de 600 las piezas que han creado. Reproducciones fidedignas de elementos patrimoniales de cualquier estilo, desde la fachada de la Universidad de Salamanca, a la pequeña ermita de Santa Cecilia en Vallespinoso de Aguilar, el castillo de Loarre en Huesca o la Giralda de Sevilla. Junto a ellos, otro tipo de reproducciones como la fábrica de Galletas Gullón o la madrileña plaza de toros de Las Ventas, elaboradas por encargo y, en muchos casos, como regalo institucional.
Para mostrar al público su trabajo, el taller dependiente de la Fundación Santa María la Real, abrirá sus puertas el jueves, 15 de diciembre, con dos turnos de visita: a las 12 y a las 18:30 h.
Rosa Martín es, hoy por hoy, la veterana del taller. Llegó a la Fundación cuando ésta ni siquiera existía y era, simplemente, Asociación de Amigos del Monasterio. Por aquel entonces trabajaba como profesora en las Escuelas Taller y fue allí, al albor de las escuelas, donde surgió la idea de crear la empresa Ornamentos Arquitectónicos.
¿El objetivo? Inicialmente, modesto, realizar reproducciones a escala de algunos de los monumentos más emblemáticos del románico primero de Palencia y, posteriormente, de otras provincias e incluso regiones, sirviéndose de las imágenes y planos que iban nutriendo la Enciclopedia del Románico.
Aquellas primeras maquetas se elaboraban en barro o en madera, recuerda Rosa, pero, posteriormente, se perfeccionó la técnica y comenzaron a utilizar un material denominado alabastrina, compuesto por distintos elementos, que dota a las piezas de consistencia y prestancia.
Del original a la reproducción
Rosa es la encargada, hoy por hoy, de hacer la pieza original, aquella que servirá de base a las demás y de la que se extraerán los moldes. Para darle forma hace uso de su ingenio e imaginación y utiliza todo tipo de materiales: plastilina, cartón, metacrilato e incluso palos de chupa chups. Antes de ponerse a crear, eso sí, hay un trabajo previo de documentación y conocimiento de cada pieza, que requiere de una intensa labor de investigación, en la que las nuevas tecnologías, internet y Google Maps, ayudan y facilitan el trabajo de calcular y sacar escalas para que la creación sea lo más fiel posible al original.
Una vez creada la pieza original, se utiliza para obtener moldes de silicona, que darán lugar a las reproducciones en alabastrina. Pese a utilizar los moldes, cada pieza ha de ser perfilada, perfeccionada y tratada antes de pintarla y ahí es donde entra en escena Sonia Cagigal, compañera de Rosa, quien se ocupa de ese proceso de retoque pieza a pieza.
Con la maqueta ya lista, se procede, en caso de necesitarlo, a dotarlas de color, pintándolas una a una con paciencia y esmero. Una vez secas, las reproducciones están listas para exponerse o enviarse a cualquier punto del país e incluso del extranjero. Algunas de ellas han viajado a lugares como Rusia, París o Berlín, donde son objeto de deseo para muchos coleccionistas.
632 referencias
El taller cuenta, hoy por hoy, con 632 referencias. La mayoría de ellas reproducen elementos del patrimonio mundial, fundamentalmente nacional, pero también de países vecinos como Francia, de donde podemos encontrar la torre Eiffel o un ajedrez inspirado en la época de Napoleón Bonaparte.
Junto a los edificios, Rosa y Sonia, también reproducen ciudades enteras como Lugo, Palencia o el casco histórico de Salamanca; pequeños detalles como la famosa columna de decoración vegetal del claustro del monasterio de San Andrés de Arroyo, los músicos del pórtico de la Gloria o los canecillos eróticos de las iglesias cántabras de Cervatos y San Martín de Elines.
Además, han creado juegos, desde ajedreces de inspiración románica a solitarios o dominós y, otras piezas, como portalápices con algunos de los lienzos más emblemáticos del claustro de Santo Domingo de Silos; pilas bautismales que se transforman en originales portavelas o singulares arquetas o cofres que lo mismo pueden utilizarse a modo de joyero que de bombonera.