Así lo ha señalado, en declaraciones a Onda Cero Cuenca, la alcaldesa de la localidad, Raquel Hortelano.
Las intensas lluvias de principios de septiembre del año pasado anegaron viviendas y edificios públicos, como el colegio de la localidad, que pudo reabrir dos meses después tras las tareas de recuperación.
La fuerza del agua se llevó por delante coches, contenedores y enseres.
En algunos puntos el agua alcanzó los dos metros de altura y durante algunas horas el pueblo se quedó sin suministro de agua.
La recuperación va "poco a poco", ha reconocido Hortelano, quien ha lamentado que todavía no han podido arreglar algunas calles por falta de ayuda económica.
Además, dos familias no han retornado a sus casas, y no creen que lo hagan porque tienen "miedo".
El único negocio de pan del municipio tampoco ha reabierto un año después de la gran riada, y es difícil que lo haga porque el agua destruyó todo, ha lamentado la alcaldesa.
Entre tanto, el Consistorio tramita la justificación de daños para poder recibir una ayuda económica por parte de la Diputación de Cuenca.