Y es que en muchas ocasiones las personas se imponen una autoexigencia desproporcionada para lograr el éxito, ser perfectas o cumplir con expectativas extremadamente altas, ya sean personales o sociales. Muchas veces, esta autoexigencia puede generar problemas de salud mental, agotamiento emocional, y una desconexión profunda entre lo que realmente queremos y lo que creemos que debemos ser. Este fenómeno se está haciendo cada vez más común en la población, especialmente en aquellos que se enfrentan a las exigencias del trabajo, los estudios, o la vida familiar.
Este síndrome describe una tendencia a imponerse metas o estándares inalcanzables. A menudo, las personas sienten que deben cumplir con expectativas extremadamente altas, tanto de la sociedad como de sí mismas. El “espejo” simboliza esa imagen distorsionada de perfección que intentamos alcanzar. Nos miramos en un espejo que refleja una versión idealizada de nosotros mismos, una versión que nunca logramos tocar.