Explican que el uso de tóxicos en la naturaleza asturiana comienza a ser habitual. Les alerto una llamada anónima de la presencia de buitres muertos en pastos de la Sierra de La Bobia, lo que les ha permitido descubrir los cadáveres de los buitres muertos, “tres en el entorno de una carroña”. Apuntan a que el veneno colocado de cebo “no parece ser letal, ya que el sábado, aún uno de los buitres aleteaba alejado en fase agónica”.
Relatan que estos venenos matan lentamente, “motivo por el que hay que sospechar que el número de buitres envenenados sea mucho mayor”, con disparidad de horas de diferencia entre ejemplares en función de la cantidad de veneno consumido y, por tanto, de distancia. Algunos buitres dicen que morirán a cientos de metros o incluso kilómetros del punto de envenenamiento.
Insisten que los sucesos no son puntuales y en los últimos años “se reproducen sin que los hechos conlleven acción alguna que trate de evitar el uso del veneno en las montañas asturianas”.
Culpan al Principado de “abandono absoluto” en la conservación del patrimonio natural, al sumarse a esta circunstancia los ejemplares de lobo y oso pardo que han aparecido muertos por acciones furtivas.