Julissa trabajaba en Brasil cuando vio una oferta que le encajaba. Y fue seleccionada. Finalizados los trámites burocráticos, pudo venirse hace casi un año. Conocía España, pero nunca había estado en Gijón o Asturias. Pero a día de hoy ya tiene aquí hasta a su gato. Y eso significa algo. Se describe como una gran embajadora de Asturias porque no ha encontrado aún nada negativo que decir de la ciudad que la ha acogido.
Tener mar es un gran plus, nos cuenta Julissa, pero Gijón tiene además la ventaja de tener a tiro de piedra la naturaleza. Y es fácil moverse. Ella lo hace en transporte público y está contenta, aunque reconoce que quizás se podría mejorar la frecuencias de autobuses en horas punta. Es de lo poco mejorable que nos cuenta. Porque de su país echa de menos a la familia, los amigos, su red de apoyo, pero el resto lo ha encontrado aquí. También la gastronomía peruana, con el ceviche a la cabeza.
Esta gijonesa de adopción destaca que somos una ciudad que se puede disfrutar tanto en verano como en invierno. Limpia. Tranquila pero a la vez animada. Y con mucha oferta cultural. Por eso cree que no tenemos nada que envidiar a las grandes ciudades y le gustaría quedarse y que le vengan a visitar desde Lima.
Para confirmar su integración, Julissa tiene un novio asturiano.